Ha sido una suerte que estas tierras no hayan tenido oro, plata o petróleo. El extractivismo como vía de agregado de valor no tuvo aquí mucha cabida. Y allí donde estuvo presente, al menos en América, sus consecuencias fueron desastrosas. Una parte esencial de la oportunidad uruguaya está en llevar al máximo la capacidad de agregar valor a nuestras plantas al máximo. Y desde lo conceptual terminar con las falsas oposiciones.
Hubo una época en la que el campo natural era visto como una señal de atraso, mientras que romperlo y sustituirlo por pasturas sembradas, más productivas pero menos persistentes, era visto como "progreso". Era una falsa oposición. Se necesitan tanto las pasturas sembradas como el campo natural.
Las pasturas sembradas dan forraje en abundancia y permiten terminar rápidamente los novillos y los corderos de modo de generar una carne tan sabrosa como tierna, mientras el campo natural permite resistir los tiempos de sequía y validar ambientalmente el conjunto de los sistemas.
Luego vino la forestación y también generó oposición. Los ríos se secarían, los suelos se convertirían en desiertos, los ríos se contaminarían. Pero la forestación tiene un papel a cumplir diversificando las empresas, pero también interactuando con la ganadería a la que le puede dar sombra y facilitar un buen desarrollo forrajero en los llamados sistemas silvopastoriles. Cuando exportamos carne o lácteos estamos exportando fotosíntesis con valor agregado. En estos días se están produciendo algunos logros nuevos al respecto que merecen ser destacados.
Luego vino la agricultura exportadora y su resistencia, ejemplificada en la soja. En realidad la agricultura extensiva como cualquier actividad tiene riesgos, pero pueden y deben manejarse. No puede Uruguay renunciar a generar más de US$ 1.000 millones cada seis meses por dogmatismos. Sí deben cuidarse celosamente los cursos de agua y los suelos, y mantener una lógica de creciente diversidad para nuestra flora y fauna. Pero eso debe coexistir con la soja, que debe coexistir con pasturas y ganadería.
Pero la soja es un cultivo de verano que no puede por sí solo sostener el andamiaje agrícola uruguayo. El trigo tiene una situación de sobreproducción en el mundo y su precio resulta muy poco atractivo. Pero la capacidad de respuesta de la agricultura sigue siendo fuerte.
Uruguay suma su segundo año consecutivo de productividad récord en cebada y, más importante que eso, está a punto de consolidar una corriente exportadora de cervezas artesanales desde la región hasta Australia.
Es una historia que merece ser seguida. Una reacción a la uniformización derivada de las fusiones de compañías que ha generado una reacción desde la red de consumidores que volvieron a la exploración de sabores y sensaciones derivados de la pasión de los usuarios.
En Uruguay es una vía de agregado de valor que ha crecido y que tiene algunos puntos flojos. Uruguay no produce lúpulo. El único cultivador que había en la zona de Las Piedras era extranjero y ante la prolongación de un paro decidió abandonar. Una historia que muestra tanto nuestras fortalezas como nuestras debilidades como país que pretende ser agrointeligente.
Pero también una historia para ser seguida porque el desarrollo de maltas especiales también está pendiente y puede ser una forma de darle a la agricultura uruguaya un posicionamiento de valor inédito. Este sábado los elaboradores caseros celebrarán el cierre de otro año de crecimiento en el desarrollo de su cultura. Y todo el país debería celebrar y conocer que la producción duplicará a la de 2015 y triplicará a la de 2014.
Pero por sobre todo debería destacarse una cultura de cultivo, de innovación, desarrollo y –por qué no– de celebración que tiene en estas últimas semanas del año y en el verano una zafra que en el caso de esta gramínea cierra un año redondo.
También lleva a pensar cuán importante resulta que la alineación de objetivos entre productores e industriales determina los resultados y cuánto la pasión de los consumidores es capaz de generar calidad e innovación. En este fin de año se puede brindar con cerveza en honor a la cerveza, especialmente la llamada artesanal. Un ejemplo extremo de cuánto valor se le puede agregar a la fotosíntesis que hacen en este caso las plantas de cebada