Alentados por el discurso proteccionista de Donald Trump, productores del Medio Oeste de Estados Unidos presionan a la Casa Blanca para que quite un subsidio que favorece la importación de biodiésel argentino. Esos embarques rondan US$ 1.200 millones.
"Peleamos por políticas domésticas que apoyen la producción interna de combustible", dijo a Clarín Anne Steckel, vicepresidenta de asuntos federales del National Biodiesel Board. Por una ley de 2007, en EE.UU. casi todos los vehículos están obligados a usar nafta o diesel rebajados un 10% con combustibles renovables, generalmente hecho de maíz o de aceite de soja, para disminuir el nivel de contaminación ambiental. En el interior estadounidense se produce la mayoría de los cultivos destinados a los aditivos, pero la Argentina ha triplicado las importaciones de biodiesel en los últimos tres años hasta llegar a US$ 1.200 millones en 2016.
Pero producir diesel a base de petróleo es más barato que el biodiesel a base de soja, por lo que el gobierno de Barack Obama creó un crédito fiscal de 1 dólar por galón (3,78 litros) para los que mezclan el combustible y eso abrió el mercado para la importación argentina. "El biodiesel argentino es muy competitivo. Somos el tercer productor mundial de soja y el primero de aceite de soja", dijeron a este diario fuentes de la embajada argentina en Washington. "Por eso las empresas que hacen la mezcla prefieren el biodiesel argentino", señalan y explican que el 28% del biodiesel utilizado en EE.UU. viene desde nuestro país. Los productores estadounidenses han visto frenado su potencial en el sector y acusan tener un tercio de su capacidad paralizada.
Para que las plantas vuelvan a funcionar, legisladores como Chuck Grassley de Iowa y productores como Renewable Energy Group reclaman a Trump a que limite los incentivos de importación. El reclamo no es nuevo. Pero en el marco de la política de "Estados Unidos primero" y "Compre y produzca en Estados Unidos", que pregona Trump, los productores ven una mejor perspectiva para sus presiones.
En concreto, buscan que el crédito fiscal de 1 dólar por galón se lo lleven los productores y no los que mezclan el combustible, que prefieren el biodiesel desde el exterior. "No hay razón para que el biodiesel importado coseche el beneficio de un incentivo fiscal de EE.UU. cuando tantos gobiernos extranjeros subsidian fuertemente sus propias industrias de biodiesel", dijo el senador Grassley a la agencia Bloomberg. "Espero que la administración Trump apoye estas reformas", agregó. Joe Gershen, presidente de Encore Bio- Renewables. Apuntó que "si Trump lo hiciera, podría ser un triunfo inmediato para él y también para el sector de biodiesel de EE.UU. Steckel, del National Biodiesel Board, dijo a Clarín:"
Es importante asegurar que el producto sea negociado de manera justa y equitativa". Si Trump diera luz verde a los reclamos de los productores, podría significar un golpe para la Argentina, que cubre el 63% de las importaciones estadounidenses del biodiesel (el resto viene de Canadá, de Malasia y otros países). Claro que quitar el subsidio podría elevar el precio del diesel, utilizado en el transporte público, maquinarias, camiones y otros vehículos. Esto impactaría en los precios y en la población. Pero todo es posible con un gobierno impredecible como el del magnate.
INQUIETUD EN LAS EMPRESAS
El presidente de la cámara de biocombustibles de la Argentina, Claudio Molina, expresó a Clarín "la inquietud de los exportadores argentinos, ya que el mercado de EE.UU. es el principal destino luego del cierre del mercado europeo". ○ Los que envían a EE.UU. son las firmas de capitales argentinos Vicentín, Molinos y Aceitera General Deheza, la suiza Glencore, la francesa Dreyfus y la china Cofco. Molina celebró, sin embargo, que la autoridad de EE.UU. haya aprobado los objetivos de uso de biodiesel para 2017. ¿Inclinará la balanza?. Distintos grupos de presión en el Congreso bregan para que la administración Trump elimine un beneficio que facilita el ingreso del biodiesel argentino.