A pesar de que algunas variables económicas se están recuperando para la producción de leche (precio local del maíz en baja y cotizaciones internacionales de los lácteos en alza), el sector continúa agonizando y las perspectivas en el corto y mediano plazo por el momento no son muy alentadoras.
Durante el año pasado la producción de leche fluida se retrajo el 12,5% para alcanzar los 9.895 millones de litros -el peor volumen en 46 años- y las principales cuencas lácteas, hasta el momento, continúan afectadas por el exceso de precipitaciones. Ahora, según Jorge Giraudo, coordinador del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina, se espera que entre 2016 y 2017 desaparezcan alrededor del 10% de los tambos -el promedio de la última década es del 1,9%-, "pero eso se sabrá con más precisión cuando bajen las aguas", adelantó el experto durante su disertación en las Jornadas Lecheras que se realizaron recientemente en Villa María, Córdoba.
Giraudo dijo también que el consumo cayó un 6%, a 201 litros por habitante/año, aunque "estaría estabilizándose", en tanto que la producción de leche tras 11 meses consecutivos de caída estaría recuperándose levemente, producto de la buena relación maíz/leche (2,20) y soja/leche (1,36) y las mejoras climáticas de los últimos meses.
Así es que de ahora en más se pone sobre el tapete una cuestión clave: el rol del pequeño productor y la eficiencia del sector.
La realidad demuestra que los tamberos de pequeña escala están en extinción y son el eslabón más débil de la cadena. Mientras las grandes industrias pagan a largo plazo y a valores contenidos, el sector primario les hace frente al clima y a la falta de infraestructura sin contar con una espalda financiera acorde.
Algunos especialistas detallan que el camino es tambos más grandes y/o tecnificados, gerenciados por grupos o empresas; mientras que otros -lógicamente- defienden el rol social clave del pequeño tambero.
Quizás el balance se encuentra en ofrecerles herramientas financieras a los pequeños y medianos para que sean más eficientes, pero hoy en el actual contexto parece prácticamente una utopía. Con el debate abierto, en el mientras tanto continúan cerrando más tambos en la Argentina.
Así es que con mejores costos para la alimentación animal y precios internacionales en alza, las perspectivas a largo plazo para la producción láctea pueden ser algo más alentadoras, pero lamentablemente no sucede lo mismo para los pequeños y tradicionales tamberos.