La cuenca lechera santafesina busca dejar atrás uno de los capítulos más críticos de su historia provocado por la emergencia hídrica y atravesado además por la crisis financiera que amenazó con la superviviencia de Sancor. En ese marco, intenta recuperar el ritmo de producción de los años anteriores. El clima, un buen escenario de precios y la asistencia pública al tambero, sostienen ese panorama esperanzador, que de todos modos, dejó a varios productores fuera del negocio. "La meta es volver a llegar en 2018 a los 8,5 millones de litros diarios, que es el promedio de cinco o seis años atrás", dijo el secretario de Lechería de Santa Fe, Pedro Morini, quien aseguró que la actividad pasó el pico de caída y "va creciendo a ritmo lento pero sostenido".
El funcionario santafesino, señaló que la crisis en la producción se trasladó a la industria, que actualmente está produciendo al 55 por ciento ó 60 por ciento de su capacidad no sólo operativa sino de mano de obra, y vislumbró como una salida de largo plazo para este desfase la puesta en funcionamiento de la consignataria de leche cruda, una experiencia inédita en el país que impulsan los productores santafesinos, con el auspicio del gobierno provincial.
Al cimbronazo que generó la emergencia productiva provocada por el clima, se le sumó la agudización de la crisis de la cooperativa Sancor y su impacto en el entramado económico y social de la provincia y especialmente de los ciudades y departamentos ligados estrechamente a la actividad lechera. "A muchos funcionarios les falta comprender el lugar que ocupa la lechería en la Argentina", dijo Morini al confirmar que la Nación aún no giró los 250 millones de pesos de los 450 millones que se comprometió para asistir en forma temporaria a Sancor en un camino de reestructuración. "Aunque la actividad ocupe pocas hectáreas, cuando uno mira el número final en las góndolas, la lechería factura a la par de las grandes producciones agrícolas", dijo y agregó: "La venta de productos lácteos de Santa Fe significan 4.700 millones de dólares en la góndola. Muy pocas actividades llegan a ese número".
"Esto representa miles de puestos de trabajo directos e indirectos y regiones enteras que viven de la lechería, ya que la provincia tiene 4.100 tambos de los 10 mil que hay en el país y tenemos una gran distribución geográfica".
Cómo está el sector tras la crisis hídrica?
-El sector, según los datos que manejamos, está mejorando. Por lo menos hemos pasado del piso de los 5 millones de litros diarios. Febrero, marzo y abril nos mantuvo en 5 millones de litros de producción. Eso no se movió. Después en mayo hubo un pico de crecimiento que se va a sostener. De acá a septiembre la lechería va a ir creciendo, no a ritmo tan alto _ calculo entre 300 a 500 mil litros por mes_ y a fin de año vamos a llegar nuevamente a 6,5 millones de litros, como terminamos el año pasado. Ese es un poco el pronóstico. Y de allí, los 8,5 millones de litros los recuperaremos en junio o julio del año que viene, porque en 2018 la meta que tenemos es volver a estar en la plenitud de la provincia que en un promedio de los cinco o seis años atrás, exceptuando 2015, es ese número.
¿Qué impacto tuvo la asistencia financiera oficial?
-La asistencia no es tan grande, porque, en definitiva, nosotros ahora, cuando la Nación nos monetice esta parte que nos debe, vamos a estar poniendo 400 millones de pesos. Eso, distribuido entre 1.500 productores, es un cheque de leche, no es una barbaridad. Un poco la emergencia, un poco el financiamiento del Banco de Santa Fe, otro poco el Banco Nación. Todos colaboramos. Pero, de cualquier manera, los precios hoy para aquel productor que no estuvo inundado _ siempre hay que aclarar este tema_ de 5,5 o 5,7 pesos, no es malo. Esperamos que esto se mantenga. Estamos trabajando para que no se caigan los precios en primavera y si llegamos con 6,5 millones de litros diarios y el año que viene a 8,5 millones de litros diarios, volveremos a tener las cañerias de las plantas llenas.
¿Cuál es la capacidad ociosa actual?
-Ahora están trabajando a un 55 por ciento de 60 por ciento de lo que tendrían que estar normalmente. Hay plantas con capacidad de 100 mil litros que están trabajando con 60 mil. La provincia de Santa Fe tiene para producir muchísimo más si quisiera. Pero acá no sólo hay que a ver la capacidad instalada, sino además el personal, que es lo que más influencia tiene. Si se tiene una planta para producir 100 mil litros pero está operando con 60 mil y con personal para 60 mil, de última no pierde. El problema es cuando se tiene una planta preparada para 100 mil litros y con personal para 100 mil y opera a 60 mil. Ahí el costo es mucho, porque a los sueldos hay que pagarlos, de última la cañería no se gasta. Es lo que nos pasó con muchas empresas.
¿Qué aporte puede hacer en esto la Consignataria de Leche Cruda y cómo está funcionando?
Con la consignataria y las empresas que empiezan a hacer las primeras operaciones_ estamos tratando de abastecer de leche a las pymes más comprometidas. Porque una industria pyme cuando tiene una capacidad de 30 mil litros para procesar y cae a 15 mil es muy difícil ponerla en régimen desde el punto de vista financiero.
¿La consignataria está cumpliendo con los objetivos que se trazó?
-Los dos principales objetivos que yo tenía como secretario de Lechería, eran primero, tener capacidad de negociación desde el punto de vista de la producción primaria. Hoy 100 mil litros de leche no alcanzan. Decimos que la consignataria tiene que tener bajo su tutela más de 2 millones de litros, que de alguna manera sus integrantes tienen buena parte de eso, pero no significa que eso se comercialice todo vía la consignataria. El segundo objetivo es que tenga también un precio de referencia, cosa que no existe hoy en la Argentina. Porque los precios de referencia que publicamos en Santa Fe son los que pagó la industria, no los de la comercialización. La industria siempre va a publicar los precios promedio, la consignataria lo que puede dar es el precio, inclusive semanal, cuánto se comercializó la leche esa semana, como ocurre con el Mercado de Liniers o con las Bolsa de Cereales con los granos. Entonces el productor va teniendo una referencia donde fijarse para poder defender su valor.
Esto también hace más transparente el mercado?
-Sí, los mercados transparentes funcionan de esa manera. Hoy en la Argentina, de las 30 y pico cadenas que tiene, sólo tiene tres que funcionan así, que son cereales, oleaginosas y hacienda y una incipiente que creo es la arveja. El resto no se sabe como se fija el precio. Hoy nadie sabe cuál es el valor de referencia de la miel, por ejemplo. Por eso, nosotros estamos trabajando en ese tema también. Si la consignataria láctea funciona hay que ir repitiéndolo en las distintas cadenas comercialización.
¿Cuáles son las limitantes que encuentran para generar esos mercados?
-Con el tema lácteo nosotros consideramos la comercialización del producto, del productor al industrial. Eso con el tiempo no tendría que ser así. Una pyme láctea que hoy procesa 30 mil litros, tiene 30 tambos chicos de mil litros cada uno y eso la obliga a realizar una tarea de logística muy compleja para homogeneizar calidad, controlar antibióticos, sacar la leche los días de lluvia, etcétera. Para esa pyme es mucho más engorroso juntar la leche que industrializarla y venderla. Decimos que el industrial tiene que dedicarse a eso y no a hacer la logística. Hay mucha gente entrenada que son los pooles y las cooperativas. Entonces si con los pooles y cooperativas conformamos la consignataria que realmente moviliza la leche, solucionamos el problema.
¿Cuánto mueve hoy la consignataria?
-Hoy la consignataria está moviendo 2 millones de litros pero mensuales. Por eso se están haciendo pruebas pequeñas porque queremos que vayan paso a paso. No hay una experiencia anterior. Es teoría, prueba y error. Pero a nosotros no nos interesa tanto la cantidad, ojalá puedan mover el 50 por ciento de los litros de la provincia. Nos interesa es poder fijar un precio de referencia.