En la Argentina, más del 90 % de las pequeñas y medianas empresas (PyMES) lácteas elaboran quesos, cuyo principal residuo es el lactosuero. Mientras muchos buscan aprovechar los subproductos de la industria quesera, especialistas del INTA lograron transformarlo en dos productos con alto valor agregado: por un lado, plásticos biodegradables, que podrán también aplicarse a compostaje, y por el otro, un aditivo para la nutrición infantil. Fue gracias a convenios con dos empresas incubadas en Rafaela –Santa Fe– y junto con el INTI, la Universidad Nacional del Litoral y PyMES locales.
De acuerdo con Roxana Páez, especialista del Laboratorio de Calidad de Leche y Agroindustria del INTA Rafaela –Santa Fe–, “generar productos a partir de materias primas que tienen costo cero para la empresa es fantástico”. Y agregó: “A escala territorial permite agregar aún más valor a la cadena láctea, reutilizando y transformando positivamente un desperdicio muy contaminante”.
En el proceso de elaboración, cada 1.000 litros de leche se obtienen 100 kilogramos de queso y 900 de suero, de los cuales 50 kilos son sólidos y 850, agua. Dado que esos sólidos –compuestos por proteínas, vitaminas, minerales y lactosa– le dan valor nutricional a la leche y siguen presentes en el suero, las grandes empresas lo procesan y emplean para diversos fines como, por ejemplo, la alimentación animal.
Al no tener capacidad para aprovecharlo, en las empresas de menor escala las posibilidades para agregar valor se limitan y representa un problema ambiental. En este sentido, Páez señaló que “hay una gran cantidad de PyMES lácteas que hacen una subutilización de este producto que tiene tanto valor nutricional como tecnológico”.
Estudios realizados por el INTA, junto con el INTI, la Universidad Nacional del Litoral y PyMES queseras de la región, permitieron obtener conocimientos sobre la calidad del lactosuero y las tecnologías que se pueden aplicar utilizando el permeado de ese subproducto para el desarrollo de bacterias o levaduras como insumos en la agroindustria.
“A partir de estos conocimientos, en el INTA Rafaela incubaremos dos empresas que trabajarán con permeado de suero –suero desproteinizado–, transformando un subproducto muy contaminante para el medio ambiente en productos de alto valor agregado”, manifestó Páez quien detalló: “Una desarrollará un aditivo nutricional para humanos que permitirá bajar los índices de desnutrición infantil; y la otra, producirá plástico biodegradable y compostable”.
La característica principal de los plásticos desarrollados con esta materia prima es que son biodegradables y, bajo las condiciones necesarias, compostables en un lapso de entre seis y ocho meses.
“Lo innovador es el paquete tecnológico: trabajamos con cepas nativas aisladas –no comerciales– del cepario del INTA, utilizando el permeado de suero como medio de crecimiento”, señaló la especialista del INTA.
El proceso de producción de bioplásticos empieza con la siembra –en suero estéril– de bacterias que se alimentan de lactosa. Luego de someterlas –durante una hora– a 121 ºC de temperatura para que guarden el alimento consumido y lo transformen en Poli Hidroxi 3 butirato –PHB–, se rompen, se purifican y se obtiene como resultado un polvo de color blanco, que es enviado a la industria de productos plásticos.
La fabricación de éstos estará a cargo de la empresa Embio S.A. y el residuo resultante, una vez extraído el bioplástico, se puede reutilizar mediante diversos procedimientos para la generación de biogás o fertilizantes.
En cuanto al aditivo nutricional, se elabora con insumos naturales, lo cual le otorga una alta calidad biológica y capacidad de absorción a la hora de ser suministrados. Con el suero de queso, como medio de cultivo, donde se produce la biofermentación de microorganismos unicelulares –levaduras–, se obtiene biomasa que se procesa en un secado spray. El producto final es un polvo concentrado con alto valor nutricional que puede adicionarse a cualquier ración alimentaria –leche, sopa, etc.–. Este aditivo alimenticio, orientado principalmente a la nutrición de poblaciones vulnerables, será elaborado por la empresa Alimentos Austral S.A.
“Estos desarrollos tienen impacto ambiental, en la competitividad del sector y en lo social”, expresó Páez.
Innovación público privada
Desde el año 2011, el INTA, junto con el INTI, la Universidad Nacional del Litoral y PyMES queseras de la región, trabaja sobre la valorización del lactosuero y en líneas de investigación que posibilitan el desarrollo de productos tecnológicos obtenidos a partir del suero y sus derivados.
Embio S.A. y Alimentos Austral S.A. constituyen las dos primeras empresas incubadas por el INTA dentro de la red INCUBAR del Ministerio de Producción de la Nación. Mediante esta modalidad de asociación público-privada, se firmó un convenio de investigación y desarrollo.
“El beneficio más grande para el INTA es llegar a hacer innovación con empresas que están creciendo, ayudándoles a que se transformen en los próximos tres años en empresas comerciales que den alternativas de agregado de valor a un subproducto de la región”, consideró Páez y agregó: “De este modo, posicionamos a la institución en temáticas tan importantes, como es actualmente la producción de bioplásticos a partir de recursos biomásicos, que de otra manera se desecharían”.
Plataforma de innovación en agroindustria
Desde el año 2015 se puso en marcha en el INTA Rafaela una Plataforma de Innovación en Agroindustria, en el marco del Programa Nacional de Agroindustria y Agregado de valor, como modo de vehiculizar aquellos desarrollos innovadores que ya se encuentran en la etapa de ser transferidos a los territorios.
Su objetivo central es promover y contribuir a la competitividad, innovación y producción más diversificada, con alto valor agregado para la agroindustria, y se estructura en seis ejes: I+D+i, formación de RRHH, prestación de servicios técnicos especializados, transferencia tecnológica, incubación de empresas –que alberga a Embio y Alimentos Austral S.A.– y gestión de la información y comunicaciones.