Los jefes negociadores del Mercosur y de la Unión Europea volverán a verse las caras hacia fines de enero, con la esperanza de que esta ronda de pujas sea la última antes de anunciar que ambas regiones llegaron a un acuerdo de asociación para crear un área de comercio libre de aranceles y un marco general para la cooperación política internacional.
La comisaria para el Comercio de la Comisión Europea, Cecilia Malmström, remitió una carta a las cancillerías de la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay convocando a las partes a mantener una nueva ronda de negociaciones en Bruselas, alrededor de la tercera semana de enero.
El dato, al que tuvo acceso El Cronista, fue confirmado por fuentes del Gobierno nacional y de otros dos países de la unión aduanera, sin hacer más concesiones respecto a los detalles de un encuentro crucial, en el que el bloque sudamericano espera que Europa mejore sensiblemente su oferta de bienes agroindustriales.
"Nosotros vamos a ir, pero lógicamente queremos dar una respuesta sobre la propuesta que nos deben", confirmó un funcionario al tanto de la discusión pormenorizada.
La cita propuesta por Malmström, que pasó por Buenos Aires a comienzos de diciembre con motivo de la undécima conferencia ministerial de la OMC, busca aprovechar la afluencia de funcionarios al viejo continente con motivo del Foro Económico Mundial, que se celebrará del 23 al 26 de enero en Davos, Suiza, sin coincidir ese evento empresario que, además, se hace en un país extracomunitario. El lugar y la fecha también son un salvoconducto para los europeos, que buscan escapar al sofocante calor que puede hacer en esa fecha en Asunción, sede del gobierno paraguayo, que ejerce este semestre la presidencia rotativa del Mercosur, y un viaje de por sí extenuante.
Desde el inicio del siglo, sudamericanos y europeos negocian un tratado con dos grandes aristas: una comercial, con reglas para el intercambio de bienes y servicios, y normas para la radicación de inversiones, junto con una política arancelaria común, con fuerte impacto para los actores del sector privado; y otra política y de cooperación internacional, que será la que finalmente ejecuten los estados.
Varios capítulos del apartado económico-comercial siguen todavía abiertos por su alta sensibilidad: acceso a mercados, propiedad intelectual, reglas de origen y compras públicas.
Los europeos se mostraron reticentes hasta la última negociación a mejorar su oferta para el acceso de productos agroindustriales a su mercado. En diciembre, mientras se celebraba la cumbre de la OMC, exigieron que el Mercosur blanquee sus expectativas para dar cierre al acuerdo, y se volvieron a su continente con la promesa de estudiar la mejora de la oferta, aunque dejando escapar señales de optimismo.
Bruselas exige reducir la cantidad de años de protección a la industria. Mercosur quiere que el 90% del universo de bienes tenga aranceles, y la mitad de ellos por 15 años, pero la UE insiste en que el 80% obtenga ingreso irrestricto en diez años.