Políticas iniciadas en este sentido por el entonces gobernador Carlos Rovira, consistentes en planes de compra de vientres; instalaciones de remates para asociaciones ganaderas; apoyo a la compra de toros; e instalaciones y mejoras en campos de productores, generó un crecimiento tanto cuantitativo como cualitativo. Misiones prácticamente duplicó la existencia de ganado, y de tener un ganado predominantemente índico (cebú), pasó a tener en general una ganadería de una calidad que nada tiene que envidiar a provincias donde la ganadería es su actividad principal.
Sin embargo, desde las distintas entidades del campo, y hoy día desde la flamante Federación de Asociaciones Rurales y Forestales de Misiones, nos planteamos si ya no es hora dar una vuelta de tuerca más al asunto: es decir plantear una estrategia diferente para la ganadería provincial.
Muchas veces se ha dicho que la provincia debe producir carne suficiente para abastecer la demanda interna. Personalmente siempre expuse y traté de explicar que jamás ese puede ser el paradigma, sino que debíamos proponernos buscar la “eficiencia de stock”: lo que significa que con la cantidad de cabezas que tenemos produzcamos mucho más y en menor tiempo.
Desde los cuadros técnicos de la Federación estamos trabajando en modelos de comparación, con la idea de proponer un nuevo objetivo estratégico al Estado, para que juntos podamos generar un planteo ganadero, ya no basado en un dispendio o transferencia de recursos del Estado a los productores, sino en la generación de un cambio cultural, de enseñar a pensar a los productores como parte de un todo, quizás pretendiendo aplicar la teoría de los juegos, pero de una manera mucho más sencilla, enfatizando en cuál es la mejor manera de ganar plata cambiando de paradigma en función de la necesidad global.
Misiones tiene hoy 453.000 cabezas bovinas. Esto significa una relación apenas de 0,39 cab/hab contra las demás provincias del NEA que tienen una relación superior a 1 cab/hab. A su vez el 45% del rodeo misiones está destinado a la producción de terneros (cría), con una ineficiencia elevada ya que tiene una tasa de marcación del 44% (2017). Esto equivale a que se necesitan más de dos vacas para producir un ternero al año –como comparativo, en Buenos Aires la producción es de 73% de marcación-.
Para Misiones su 44% de marcación es extraordinariamente bajo y constituye un llamado de atención ante la meta de alcanzar el autoabastecimiento de carne tantas veces pregonado desde ambientes gubernamentales. Un 44% de marcación es compatible con un rodeo que no puede mantener su dotación ya que suponiendo un 22% de hembras para reposición y un 2% anual de mortandad, a los 24 meses de tiempo de recría no llegaría con el porcentaje de reposición necesario (20%). (ing. Carlos Lanari: “comparación ganadera NEA NOA” Febrero 2018)
Por otra parte, la entrada en servicio de las vaquillas, es decir el tiempo en el que tarda una ternera en adquirir el estado corporal necesario para entrar al proceso de producción de terneros es prolongado en Misiones, lo que nos habla también de una ineficiencia en este sentido. Entre las provincias del NEA, Misiones es aquella con edad promedio de 1° entore superior (24 meses); un 20% mayor al promedio zonal. Dicho de otra manera: es la provincia con peor recría de hembras de reposición del grupo de las del nordeste.
Nos duela o no, si pensamos a Misiones como una “empresa” ganadera, los números nos indican que no somos lo eficientes que necesitamos en el manejo de un rodeo de cría.
Ante esta realidad estamos pensando lo siguiente: ¿qué sucedería si en su gran mayoría la producción ganadera provincial se dedicara a la recría y engorde de animales y producir carne para faena? Esto significaría disminuir el rodeo de cría y aumentar el rodeo de invernada.
Tenemos como vecina a Corrientes que produce más de un millón de terneros por año. Pero además esta provincia, no tiene gran capacidad de recría ni engorde por la característica tanto de los campos, como de su cultura productiva. Es decir, se dispone de un mercado donde adquirir terneros con un relativo bajo costo de flete dada la proximidad.
Por otra parte, Misiones tiene una capacidad de faena instalada en su industria que supera en varias veces a la correntina. Son doce frigoríficos habilitados.
La superficie de campo requerida para la actividad de cría es mucho mayor que la que demanda un rodeo de invernada, máxime que este último se suplementa en casi todos los casos. Esto es importante porque nuestra Provincia cuenta con 740 mil hectáreas disponibles para ganadería y eso es un condicionante de producción, ya que las restricciones ambientales impiden ampliar esa superficie.
Entonces, volvamos al inicio. ¿Qué sucedería si pensando a Misiones como un todo, y pretendiéramos diseñar una orientación estratégica para la producción ganadera, trabajáramos para que la ganadería que se realiza en la provincia fuera fundamentalmente de recría/engorde?
Dejo estos datos: en la provincia se faenan por año 110 mil cabezas en los frigoríficos, pero se necesita un promedio de 450 mil animales faenados para llegar a abastecer su consumo interno. Vemos que tenemos un déficit de 340 mil cabezas, y esa diferencia hoy día se suple con la compra de carne enfriada que ingresa a Misiones desde otras provincias, ya faenada y en camiones de frio.
Si trabajáramos más sobre la invernada, no solamente podríamos generar mayor producción de carne sino que además la ganadería apalancaría la industria frigorífica generando mucho más valor agregado a la provincia. Piense por ejemplo que como muy mala que fuera la producción de invernada, un productor “reciclaría” su capital al menos una vez al año: compraría los animales, los engordaría y los vendería todo en un mismo año, generando así una ganancia mayor que la producción de cría para cada productor.
Un productor de 100 vacas afectadas al proceso de cría hoy produce 44 terneros año. Ello implica un valor de venta de 220.000 pesos/año. Si engordara 100 animales para consumo y produce 100 kilos de carne año por animal, estaría generando una ganancias promedio de 340.000 pesos/año, siempre tomando valores promedios.
Es una idea que pienso importante que comencemos a plantearnos todos los actores de la cadena de producción de carne, del sector público como del sector privado.