Los vehículos aéreos no tripulados (VANT), comúnmente conocidos como drones, sumados a datos de satélites basados en sensores ópticos permiten monitorear extensas superficies de pastizales naturales de regiones áridas y semiáridas de la Patagonia. Con esta herramienta, técnicos del INTA Bariloche –Río Negro– pueden evaluar con muy alta resolución espacial el estado de estepas y mallines para optimizar el manejo de ganadero y pastoril.
La evaluación de pastizales sirve para estimar la productividad o disponibilidad forrajera, un insumo fundamental para calcular la cantidad de animales por unidad de superficie. “Necesitamos adecuar la presión del pastoreo a la capacidad de soporte de los pastizales para obtener productos de origen ganadero como carne, fibra y leche, de manera sustentable con el ambiente”, señaló Marcos Easdale, especialista en ganadería del INTA Bariloche.
La evaluación de pastizales estudia aspectos estructurales y funcionales de los ecosistemas para comprender procesos ecológicos que permitan tomar decisiones sustentables sobre el manejo de los recursos naturales. “Nuestro principal objetivo es evitar el sobrepastoreo y la degradación, debido a que comprometerían la productividad y afectarían el ambiente”, indicó Easdale.
Para estimar la disponibilidad de forraje y calcular la cantidad óptima de animales por unidad de superficie, el equipo del INTA combina datos de imágenes satelitales basados en sensores ópticos con vehículos aéreos no tripulados. “Con los satélites cubrimos toda el área de un campo y tenemos información histórica sobre su comportamiento y con los drones le sumamos mayor calidad, alta resolución y detalle de información”, detalló el especialista del INTA.
En este sentido, Easdale explicó que “con la tecnología VANT se puede aumentar hasta 100 veces la resolución de las imágenes satelitales de alta resolución”, y ejemplificó: “En una imagen satelital un píxel, que es la mínima unidad de información de una imagen, puede tener de uno a un metro y medio de resolución, mientras que con VANT puede variar de tres a siete centímetros”.
“Es claro que se mejora mucho la capacidad de detectar determinados objetos o individuos como arbustos, árboles, aguadas, animales e infraestructura y otros aspectos como la topografía”, aseguró Easdale quien agregó: “El camino a seguir es combinar ambas tecnologías para mejorar la calidad de información que se tiene del ambiente y las propuestas de manejo”.
Primeros pasos
En noviembre de 2017, se realizó el primer vuelo con un VANT en la Estancia Fortín Chacabuco, ubicada dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, en el marco de un convenio de vinculación tecnológica entre el INTA Bariloche y The Nature Conservancy (TNC).
“En ese primer vuelo, se capturaron imágenes de dos zonas asociadas a mallines y sus estepas aledañas”, recordó Easdale y añadió: “Esos ambientes son utilizados para la producción ganadera durante la época estival, pero el manejo que promueve la Estancia considera una serie de aspectos de conservación, basados en el monitoreo permanente de los pastizales”.
“Esa experiencia nos permitió corroborar la potencialidad de la tecnología VANT para generar información orientada al manejo productivo y medidas de conservación ambiental, e identificar los desafíos asociados a nuevos desarrollos en el equipamiento, vinculados al régimen de vuelo y optimización de la calidad de la información”, reflexionó el especialista del INTA y consideró: “Con estos avances es cercana la posibilidad de vincular más estrechamente el desarrollo de estas nuevas tecnologías a la gestión productiva y ambiental”.