Distinguidos por su comportamiento gregario, los rumiantes suelen desplazarse sin rumbo, lo que dificulta un eficiente manejo de los pastizales. Sobrepastoreo y degradación de los suelos son algunas de las consecuencias que padecen los establecimientos ganaderos extensivos presentes en Patagonia.
Para condicionar el desplazamiento y la localización de grandes grupos de animales, de acuerdo a las necesidades del establecimiento y sin instalar cercos fijos y costosos, los técnicos del INTA Valle Inferior de Río Negro proponen implementar alambrados virtuales.
“Mediante un estímulo sonoro emitido por un dispositivo electrónico que llevan en el cuello podemos lograr que los animales aprendan a modificar su dirección de desplazamiento”, explicó Ricardo Zapata –técnico del INTA Valle Inferior de Río Negro–.
Y agregó: “De no ocurrir el comportamiento esperado, el animal recibe un leve estímulo eléctrico similar al que proporcionan los boyeros como reforzador de la conducta”.
Asimismo, el especialista aclaró que no es necesario condicionar a todos los animales, sino, entrenar a un número reducido y utilizarlos como “madrinas” o “llamadores” del resto del grupo. “Luego, al mover a estos grupos que responden a los estímulos, se podría poner en práctica una rotación en forma remota”, indicó Zapata.
En este sentido, especificó que, mediante UAV´s o drones, se realizarían mapas de vegetación para delimitar los ambientes presentes en cada establecimiento ganadero. “Estos mapas se cargan en el collar que llevan los animales y cada productor podría establecer los límites de los alambrados virtuales desde cualquier dispositivo móvil –tablets, celular o computadora–. A esto, a su vez, se le puede sumar comederos con suplemento y aguadas móviles, lo que permitiría crear condiciones inmejorables para el resto de los animales”.
“Estamos investigando en métodos de entrenamiento de los rumiantes y cómo el aprendizaje de algunos individuos puede influir en el comportamiento del resto”, especificó Zapata.
“Los alambrados virtuales prometen ser una tecnología clave para lograr beneficios ecológicos y económicos en la producción de ganado, como así también como método no letal para el control de predadores, en condiciones extensivas”, reconoció el especialista quien, además, concluyó: “El manejo de animales mediante alambrados virtuales aún está en el futuro, pero no muy lejano”.
Rotación, clave en pastizales naturales
Los pastizales naturales de la región patagónica tienen una historia relativamente corta en cuanto a su utilización por ganado doméstico. Entre los años 1882 y 1885 ingresaron los ovinos desde la región pampeana y la colonia británica en Malvinas. Con el tiempo las majadas fueron concentrándose en el sur de la región y fueron reemplazadas por bovinos en el noreste patagónico.
“Este período cercano a 140 años fue suficiente para que se produjera una modificación sustancial del ecosistema, en particular de la vegetación original”, detalló Zapata quien agregó: “Si bien el clima que caracteriza la región juega un rol importante, es evidente que los procesos de erosión y degradación ocurridos fueron producto del incorrecto manejo de la carga animal”.
Entre las recomendaciones que comúnmente se realizan para mejorar el aprovechamiento del pastizal se encuentra la aplicación de sistemas rotativos de pastoreo, pero los establecimientos ganaderos extensivos presentes en Patagonia, en la mayoría de los casos, no generan ingresos suficientes como para agregar más alambrados.
De todos modos, la existencia de alambrados tampoco soluciona el problema del sobrepastoreo, ya que los animales utilizan en forma persistente las mismas zonas dentro de los potreros. Dos recursos juegan un rol fundamental en el uso que el ganado hace del pastizal: la presencia de agua y la cantidad de forraje.