En la campaña 2017/18, el área de implantación de los cultivos de verano hacia mediados del año pasado quedó por debajo de las pretensiones del sector productivo como consecuencia de los excesos de humedad. Irónicamente, para el verano el peor déficit hídrico en 50 años dio su estocada a la campaña gruesa argentina y, combinada con una temporada de exceso de humedad y altas temperaturas en el mes de abril, acabaron por diezmar la producción total de granos en Argentina. Ésta, efectivamente, cayó por debajo de los 100 millones de toneladas a 98,8 Mt, con una caída del 22% respecto a la campaña anterior.
Las mayores caídas relativas en términos productivos los ha sufrido la soja, que ni pudo completar sus planes de siembra ni logró recolectar el total de la superficie implantada. Además, el déficit hídrico primero y el exceso de humedad después, recortaron fuertemente el rinde, ya que cada hectárea trillada sacó en promedio 10 quintales menos que el año anterior. Así, la producción del cultivo estrella para la balanza de pagos argentina apenas alcanzó los 35 millones de toneladas, un 40% por debajo del output del año anterior y el menor volumen en casi 10 años, desde la fatídica sequía del año 2008/09.
El maíz, que también es un cultivo de verano, pudo compensar sólo parte de la caída en rindes con una mayor área sembrada en la campaña 2017/18. Si bien ésta no alcanzó a cubrir el 100% de las intenciones del productor, sí quedó por encima de lo implantado en el ciclo 2016/17. Así, pese a la caída de 20 quintales en su rinde promedio a apenas 59,5 qq/ha, la producción cayó un 25% en relación a la campaña anterior.
En el caso de los principales cultivos de invierno, el trigo obtuvo por segundo año consecutivo un rendimiento récord de 33,4 quintales por hectárea, igualando la productividad del año anterior, pero la menor área sembrada por culpa de los excesos hídricos del invierno del 2017 recortó un 4% la producción a 17,5 Mt. La cebada, por su parte, mantuvo prácticamente sin cambios el área sembrada a nivel nacional pero un bien rinde le permitió superar en 300.000 toneladas la marca productiva del año anterior, obteniendo un output total de 3,6 Mt.
Del lado opuesto, la campaña girasolera fue la envidia del resto de los cultivos habiendo avanzado un 5% su cobertura y obteniendo un rinde de 21,3 quintales por hectárea que superó los 19,5 qq/ha de la campaña anterior así como también el promedio de los 5 años anteriores, de 19,6 qq/ha. La producción nacional de girasol 2017/18 superó así los 4 millones de toneladas por primera vez desde la campaña 2007/08.
El sorgo, finalmente, cubrió una superficie apenas inferior a la del año anterior con 810.000 hectáreas. Sin embargo, como la superficie perdida fue inferior a las hectáreas sin cosechar del año previo, el volumen de producción logró estabilizarse. El resto de los cultivos (algodón, alpiste, arroz, avena, cártamo, centeno, colza, lino, maní, mijo y trigo candeal), en tanto, sumaron 4,3 millones de toneladas de producción, sin grandes modificaciones en el total respecto al año anterior.
En lo que respecta a las proyecciones 2018/19, se prevé un incremento del área sembrada total del orden de 3% hasta cubrir 37,3 millones de hectáreas, casi 1 millón por encima de la campaña anterior. El cambio obedecería, principalmente, a la recuperación de lotes que quedaron fuera del ciclo productivo 2017/18 cuando los excesos hídricos afectaron la siembra de trigo y cebada y el déficit hídrico restó hectáreas a los granos gruesos. Entre los cultivos que más verían incrementar su superficie de implantación se destacan: el trigo (+12%) y la cebada (+5%), como así también maíz (+2%), soja (+1%) y girasol (+1%). La superficie sembrada con sorgo, por su parte, caería un 7% en tanto que el área destinada a otros cultivos podría retroceder un 2%.
Para proyectar la producción de cada cultivo en la próxima campaña 2018/19 se han asumido rindes tendenciales, aunque la base de cálculo del mismo depende de las condiciones estructurales de cada mercado en particular. En maíz, por ejemplo, se toma el rinde tendencial que surge de los últimos cinco años, ya que desde entonces las variedades tardías y de segunda han ganado preponderancia por lo que tomar datos anteriores puede perjudicar la verosimilitud de la proyección. En el caso de la soja, en cambio, la base de cálculo es de 10 años ya que no registra un cambio tan profundo en sus determinantes productivos, aunque en el futuro la incorporación de nueva tecnología podría hacerlo. Los resultados de estos estimadores de rindes se resumen en el último cuadro.
Bajo los supuestos planteados, la producción total podría alcanzar los 120 millones de toneladas, un 22% por encima de la campaña anterior y el segundo mayor registro en la historia argentina, sólo por detrás de los 127 millones de la campaña 2016/17. Entre los principales cultivos, la soja recuperaría su lugar como producto estrella con cerca de 51 Mt de producción, seguido por el maíz con 35,4 Mt. La cosecha de trigo avanzaría hasta los 19,3 Mt, en tanto que el girasol obtendría 4,3 Mt. La producción de cebada, por su parte, resultaría de 3,7 Mt y la de sorgo 2,4 Mt; en tanto que el resto de los cultivos aportarían otros 4,4 millones de toneladas.
En cuanto al valor bruto de la producción primaria, la misma podría alcanzar los U$S 23.200 millones. Este valor surge específicamente de los seis principales cultivos (maíz, soja, trigo, girasol, cebada y sorgo) al multiplicar la producción proyectada por los precios FAS a cosecha vigente. De los U$S 23.200 millones proyectados, el 59% sería provisto por la soja con un aporte al VBP nacional de US$ 13.700 millones. El maíz, en tanto, aportaría un 22% del total (US$ 5.100 millones), y el trigo un 11% (US$ 2.470 millones). El restante 8% se repartiría entre girasol (US$ 945 millones), cebada (US$ 550 millones) y sorgo (US$ 385 millones).
Por último, las exportaciones potenciales podrían generar U$S 25.500 millones. La cifra estimada surge de multiplicar el valor FOB de la nueva cosecha por la cantidad que se va a exportar en la nueva campaña comercial. El principal aporte a la balanza comercial provendría del complejo sojero, responsable de más de 41,3 millones de toneladas de exportaciones entre poroto y subproductos, por un total de US$ 17.800 dólares (el 70% del total). El maíz, por su parte, despacharía unos 22,5 Mt por un total de US$ 3.900 millones, o un 15% del ingreso de divisas del sector primario, en tanto que el complejo triguero embarcaría unos 13 Mt por un monto total en torno a los US$ 2.600 millones (un 10% del total). El complejo girasol daría cuenta de otro 3% del valor de las exportaciones de granos y derivados, mientras que el restante 2% lo aportarán cebada y sorgo.