La noticia fue difundida con un tweet desde su cuenta oficial, con varias imágenes del funcionario estadounidense, brindando y comiendo carne porcina con las banderas a listones rojos y estrellas de fondo. Quienes festejan con esas imágenes son los farmers americanos; los que las padecemos somos los productores argentinos.
Desde la Federación Agraria lamentamos, en primera instancia, que el gobierno nacional siga desoyendo el reclamo de la producción porcina local. Que constituyó incluso una Mesa Nacional en marzo pasado, ámbito desde el cual se solicitó audiencia al ministro Etchevehere y desde donde se planteó la urgencia de un plan de desarrollo para el sector y se puso el foco, entre otros temas, en que las importaciones desalentarían el agregado de valor a nivel local en nuestro país. En lugar de convocarnos a una reunión para encontrar entre el sector público y privado las respuestas que necesita la porcinocultura argentina para crecer, se genera una “apertura al mundo”, de manera muy poco inteligente.
En ese marco, debemos decir además que la carne de cerdo americana se elabora con ractopamina, un acelerador del crecimiento que en Argentina está prohibido. Con lo cual, desde el vamos, hay competencia desleal. Además, desde el punto de vista sanitario, Estados Unidos no fue declarado país libre del virus de Pierce. Es decir, con el ingreso de cerdo de ese origen, corremos el riesgo de perder un status sanitario que costó mucho lograr a la producción local.
Unas horas antes de ese festejo en la embajada americana, la Federación Agraria se manifestaba junto a miles de agricultores familiares frente al Ministerio de Agroindustria. En esa oportunidad, los porcinicultores se sumaron a la movilización para darle visibilidad a su reclamo, ante la falta de respuestas oficiales.
Frente a esta situación, en lugar de facilitar financiamiento y apoyo técnico a los pequeños chacareros, se promueve el ingreso de cerdo importado. Nuestro país tiene producción de maíz y territorio suficientes como parar potenciar y multiplicar la producción porcina, que es una actividad que además tiene un alto impacto en la generación de empleo y arraigo. Para eso se necesita un Estado presente. Pero los funcionarios locales eligen mirar para otro lado. Parecen tener más empeño en convencer al presidente Macri de que los productores de cerdo argentinos se funden porque son ineficientes y deben reconvertirse, que en cuidar el agregado de valor y la producción nacional.