La oferta ganadera, después de la restricción de principios de septiembre, tiende a regularizarse. Las faenas vuelven a ser importantes, con una reducción estacional de la oferta de vacas, y en menor medida de novillos pesados. El consumo, que sigue siendo 80 por ciento de la demanda, luce muy deprimido; hoy como nunca es real la expresión "precios nuevos, salarios viejos".
Las altísimas tasas de interés afectan todo el funcionamiento del negocio ganadero, con atraso generalizado en los pagos. El tipo de cambio neto para la carne vacuna, por la caída del dólar en términos nominales, por la reimplantación de las retenciones y por la alta inflación, ha perdido no menos de un 20 por ciento en términos reales en las últimas tres semanas.
Al caer fuertemente la disponibilidad de ganado en la primera quincena de septiembre, no sólo cayó el consumo -52 kilos per capita, sino también el volumen embarcado. Se exportaron el mes pasado 48 mil toneladas, lo cual si bien marca un retroceso con respecto a agosto, muestra por tercer mes consecutivo una tendencia a exportar unas 600 mil toneladas anuales.
El gran enemigo de la ganadería no es sólo la recesión, sino también la inflación: precios nominales que caen cinco por ciento en pocas semanas, agregado a la alta inflación esperada para octubre y noviembre, puede determinar una caída del 10 a 15 por ciento de los precios reales con respecto a los niveles de mediados de septiembre.
En la medida de que la recesión toque fondo, que la inflación tienda a caer, que los salarios nominales aumenten y que la oferta de ganado se modere, lo que estamos esperando recién para enero-febrero próximos, el precio de la hacienda podrá comenzar a recuperarse.
Ternero
El precio del ternero de invernada muestra en los últimos tres años un rezago cada vez mayor con respecto al resto de las variables que afectan la rentabilidad del negocio ganadero.
Con respecto a los valores nominales que mostraba el mercado en septiembre del 2015, la suba en los precios del ternero ha sido del 97 por ciento, mientras que el índice de precios al consumidor subió 150 por ciento, un indice ponderado de insumos ganaderos lo hizo un 199 por ciento y el dólar, 290 por ciento.
En términos de dólares, el ternero negro de 180 a 200 kilos pasó de 1,70 dólar por kilo en septiembre de 2015, a 2,46 dólares en igual mes de 2016; a 2,38 dólares, un año atrás; y a 1,34 dólares en la actualidad.
O sea un retroceso de 56 por ciento en dos años. En los últimos 12 meses, el ternero de invernada subió un 24 por ciento, mientras que la inflación fue del 40 por ciento; los cortes al consumidor, 38,6 por ciento; el dólar, 111 por ciento; y el indice de Insumos Ganaderos, 84 por ciento.
El último período de precios altos para el criador fue 2010-2012, a la salida de un ciclo de liquidación que se llevó más de 11 millones de cabezas. La fuerte caída de la oferta ganadera posterior trajo un importante aumento de precios, que en el caso del gordo promedió los 60 a 70 pesos (a plata de hoy) por kilo vivo. Y en el caso del ternero alcanzó en 2010-2012 los 75-95 pesos de hoy por kilo.
El destete nacional tocó un mínimo contemporáneo (11,5 millones de terneros en el 2010), al mismo tiempo que el atraso en el tipo de cambio y las retenciones al maíz deprimían el valor real de este grano. La rentabilidad del corral y el alto valor del gordo se trasladaban en gran parte del precio del ternero, cuya oferta además era muy escasa.