Basados en las recomendaciones de la Universidad de California de Estados Unidos, especialistas del INTA proponen un protocolo de muestreo adaptado para asegurar una adecuada representatividad de la calidad de cada partida. Pautas para ser precisos y eficientes en la toma de las muestras a fin de evitar discrepancias.
De acuerdo con Gastón Urrets Zavalía –investigador del INTA Manfredi, Córdoba–, “las mayores discrepancias en la valoración de la calidad del heno son por problemas durante la toma de muestras para su posterior envío a laboratorio”.
En este sentido, destacó que un muestreo adecuado del heno es de “fundamental importancia” para asegurar que la muestra obtenida represente en forma precisa la calidad de todo el volumen que conforma una partida.
“Un gran número de toneladas de heno altamente variable debe estar representado en una muestra de tamaño mínimo que a menudo es de entre 250 y 350 gramos, de los cuales, una vez molidas, las técnicas de laboratorio usualmente analizan menos de 2 gramos”, señaló.
Por este motivo, el especiaista de Manfredi puntualizó que “la muestra extraída debe representar la proporción apropiada de hojas y tallos, dado que su contenido de nutrientes es muy diferente, y, a su vez, reflejar la presencia irregular de malezas”.
Entre los puntos a tener en cuenta para realizar un correcto muestreo, Urrets Zavalía destacó la identificación de las partidas durante la confección en el lote, marcar el comienzo y el final de cada partida. “Este es un primer paso clave para el muestreo adecuado del heno”, indicó. Luego, se almacenará el heno en estibas segregadas por partida.
A su vez, aseguró la importancia de muestrear el heno tan cerca del momento del suministro a los animales o del punto/momento de venta como sea posible. “Se debe tener en cuenta que los parámetros de humedad están especialmente sujetos a cambios después de la cosecha y durante el almacenamiento, pero otros parámetros también pueden mostrar variaciones”, aclaró.
En cuanto al sistema de muestreo, el investigador de Córdoba recomendó definir un patrón de muestreo al azar para partidas de hasta 100 toneladas. “Se deberán muestrear 20 unidades ya sea fardos, megafardos o rollos. Con las 20 submuestras se deberá generar una muestra compuesta de entre 250 y 350 gramos”, explicó.
Por otro lado, en lotes que presentan variabilidad de suelos, como puede ser suelos salino-sódicos, que manifiestan situaciones de “manchoneo” que llevan a la pérdida de plantas de alfalfa y su posterior invasión de malezas, el técnico recomendó obtener 35 submuestras por partida, generando una muestra compuesta de unos 450 gramos.
“Hay que evitar elegir o dejar de lado unidades de heno porque se ven especialmente mal o bien”, aconsejó el investigador de Córdoba, quien ejemplificó: “Se puede definir un muestreo con la siguiente secuencia: caminar 15 pasos y muestrear, caminar otros 20 y repetir la operación, desplazarse otros 5 pasos y volver a muestrear, caminar otros 10 y repetir la operación y, así, a repetición siempre caminando alrededor de la estiba”.
En cuanto a las herramientas de muestreo, Gastón Urrets recomendó utilizar un muestreador tipo sonda, de buen diseño y correctamente afilado. “Un buen diseño de sonda implica que la punta de la misma sea filosa y conserve su filo en el tiempo, además de no calentarse en la operación”, explicó y agregó: “Además, la punta de la sonda debe cortar el forraje en su avance, sin desplazar a un costado las porciones más resistentes”.
En este punto, subrayó la importancia de no enviar al laboratorio muestras tomadas en forma manual en forma de puñado o “pan” de forraje, o bien de bocado. Tampoco son aceptables las sondas abiertas tipo barreno porque, si bien pueden penetrar el fardo, permiten la pérdida de material fino resultando en una muestra no representativa.
En referencia a la sonda de muestreo, el técnico puntualizó en que debe ser capaz de penetrar correctamente tanto en fardos de compresión simple o doble, ser fácilmente afilable y producir aproximadamente 10 gramos por muestra en una profundidad de entre 30 y 60 centímetros. “Con 20 de estas submuestras se conformará la muestra compuesta de entre 250 y 350 gramos”, indicó.
Y recomendó: “El diámetro de la boca afilada o aserrada debe ser algo menor al diámetro del resto de la espada para facilitar que la muestra se deslice hacia atrás y sea recolectada en el receptáculo”.
En cuanto a la técnica de muestreo, el muestreo en el caso de prismas debe hacerse en forma perpendicular a las caras de menor tamaño, de manera tal que los tallos se posicionen perpendiculares al tubo muestreador. Así, la muestra representará el material de una mayor longitud de andana.
“Debe evitarse la cercanía a los perímetros o bordes y, de no ser posible, debe hacerse con una inclinación a 45° con respecto a la superficie”, indicó el especialista. En el caso de rollos, aconsejó insertar el muestreador por la cara curva en forma radial apuntando hacia el centro del rollo, es decir 90° respecto a la tangente donde apoya la punta.
Por último, en cuanto al manejo de las muestras, Gastón Urrets recomendó que la muestra se empaquete en doble bolsa plástica, se la proteja del calor y de la exposición al sol. Es importante enviarlo al laboratorio lo antes posible con dos rótulos identificatorios de la partida, uno entre las dos bolsas y otro en el exterior.
“Las muestras deben ser enviadas en paquete envoltorio plástico o caja de cartón u otro recipiente con el cuidado que las muestras no reciban calor, exposición al sol, ni agua durante su traslado”, detalló, al tiempo que agregó: “Todo debe ser acompañado con las planillas provistas por INTA para ser evaluadas mediante NIRS”.