Conocida por sus propiedades aromáticas y medicinales, la peperina (Minthostachys verticillata) es un arbusto típico de la zona de las sierras de Córdoba y San Luis, cuyas hojas –de color verde claro– se utilizan para preparar una infusión digestiva. Esta característica explica la gran demanda que tiene y la sobreexplotación que sufre esta planta silvestre. Para conservarla, investigadores del INTA San Luis y de las universidades nacionales de San Luis y de Río Cuarto buscan establecer buenas prácticas de recolección que favorezcan su restauración.
Carolina Galli es especialista en plantas aromáticas y medicinales nativas y trabaja en la Agencia de Extensión Rural del INTA en Concarán, una localidad ubicada en el Valle de Conlara –noreste de San Luis–. Allí, se dedica al estudio de las hierbas aromáticas y medicinales y a la erosión genética que genera la sobreexplotación del recurso.
“En el país no existen cultivos a escala comercial, por lo que su extracción se realiza a través de la cosecha de plantas silvestre”, señaló Galli y agregó: “La actividad de recolección genera una fuente de ingreso económico para los pobladores locales como resultado de su conocimiento etnobotánico”.
Sin embargo, el incremento en la demanda de peperina pone en riego, no sólo el desarrollo sustentable de los recolectores, sino al recurso natural. Por esto, “es necesario establecer buenas prácticas de recolección, que favorezcan la restauración de poblaciones silvestres para conservar el recurso y que impacten significativamente en la sustentabilidad de la actividad y en la persistencia del sector recolector”, aseguró Galli.
Para establecer parámetros sustentables de recolección, Galli y un equipo de investigadores se enfocaron en el desarrollo de buenas prácticas de cosecha que favorezcan el uso sustentable de la peperina.
“Se trata de prácticas que permiten la conservación in situ del recurso filogenético porque incluyen la interacción dinámica con los factores bióticos y abióticos en sus hábitats naturales y dan continuidad a los procesos evolutivos para enfrentar los cambios ambientales”, expresó Ariel Risso, especialista del INTA e integrante del equipo de investigación.
Como parte del estudio, investigadores y extensionistas del noreste puntano seleccionó en la localidad de Carpintería tres poblaciones silvestres denominadas Hidalgo, Cipriano y La Cuesta. Allí, realizaron muestreos en estado vegetativo (diciembre), reproductivo/cosecha (enero) y posreproductivo (junio). Y, además, registraron estado fenológico, altura y diámetro basal y de mata, peso seco total, de hojas y tallos.
Durante los tres años de estudio, la productibilidad de la peperina no se vio afectada por la práctica de cosecha, sino que la variación en los ciclos se debió a factores ambientales.
“Las plantas cosechadas en enero, en abril presentaron un 62,7 % de crecimiento promedio de altura y 77,1 % de diámetro promedio de mata respecto al promedio que poseían al momento de cosecha”, indicó Galli quien analizó que no se llegaron a recuperar lo suficiente como para lograr una segunda cosecha en el ciclo de crecimiento analizado.
“Este tipo de estudios brindan información sobre el ciclo biológico de la peperina, su productividad y sitios de colecta, y nos permiten delinear buenas prácticas de recolección sustentable”, manifestó Risso quien afirmó: “Es posible realizar una cosecha por año, recomendándose una altura de corte no menor a 10 centímetros desde el suelo, dejando en lo posible rebrotes tiernos que crecen desde la corona de la planta”.