En la Argentina, con superficie implantada entre 4 millones de hectáreas, la festuca alta es considerada la principal gramínea perenne cultivada. Este recurso forrajero valioso para la ganadería del sur de Buenos Aires es afectado por un hongo endófito Epichloë coenophiala.
Según datos del Servicio de Diagnóstico Veterinario Especializado (SDVE) del INTA Balcarce, entre el 2000 y 2015 el 97 % de los potreros analizados están infectados con el hongo endófito E. coenophiala y, dentro de cada potrero, el 56 % de la festuca está parasitada por el hongo.
Juan Ignacio Poo, especialista en salud animal del INTA Balcarce, señaló que el hongo disminuye la palatabilidad de la pastura. “Esto hace que los animales disminuyan el consumo de forraje, más que nada durante el día”.
A pesar de la relación simbiótica que mantienen, la planta infectada intoxica los animales y puede reducir el desarrollo corporal en vaquillonas, disminuir la producción de leche, el peso de los terneros al nacer y el porcentaje de preñez, “aunque estos dos últimos parámetros son todavía controversiales”, advirtió Poo.
El hongo endófito,como parte de su metabolismo, genera distintos ergoalcaloides que son tóxicos para el ganado. Entre las principales afecciones se encuentran el síndrome distérmico y el síndrome de invierno o pie de festuca.
El síndrome distérmico se presenta en verano y los principales síntomas son: excesiva producción de saliva, aumento de la frecuencia respiratoria e hipertermia. Además, disminuyen el consumo de forraje.
Por otro lado, el síndrome de invierno o pie de festuca se evidencia con una gangrena seca, en la parte distal de las extremidades, orejas y punta de la cola que puede llegar hasta la pérdida de la falange.
De acuerdo con Poo, para determinar la presencia del hongo es necesario el análisis microscópico de las semillas o los macollos. “Un muestreo deficiente produce un resultado que no es representativo, complica la confirmación del diagnóstico y dificulta la elección de medidas de manejo que evitan o minimizan problemas en potreros infectados”, alertó.
Para reducir los efectos generados por pasturas infectadas, desde INTA Balcarce recomiendan realizar el pastoreo de la festuca parasitada por el hongo durante abril y septiembre. En este esquema, se deben retirar los animales en octubre para evitar las mayores temperaturas y el aumento en la concentración de toxinas en las plantas.
En este sentido, Poo recomendó “evitar el semillado y la dispersión de las semillas infectadas produciendo el corte de la planta en noviembre”. Y agregó: “Debido a que la eliminación de la festuca infectada no es fácil, proponemos la intersiembra con otra forrajera para provocar un efecto de dilución de las toxinas”.