Como es sabido, el próximo 27 de octubre se llevarán a cabo los comicios nacionales en los que los argentinos elegiremos al presidente que gobernará nuestra Nación por los siguientes cuatro años. Ayer vimos una primera parte del debate entre los candidatos y el próximo domingo será la segunda, en la que se espera aborden temas vinculados con la producción y cuestiones económicas que nos incumben. Como entidad, hemos elaborado junto con la Comisión de Enlace las 14 propuestas que les hemos elevado a los candidatos, en reuniones individuales. Sin embargo, creemos que es tiempo de explicitar también nuestras aspiraciones específicas y dar cuenta de las principales necesidades de los productores que representamos.
Hasta el momento no todos los candidatos hicieron públicas sus propuestas para nuestro sector. Si bien en las reuniones que mantuvimos manifestaron algunas cuestiones, creemos que toda la ciudadanía necesita conocer cómo se manejarán en relación con un sector tan pujante y trascendente (no sólo a nivel económico sino también, social y cultural) para el país como el nuestro, para evitar sorpresas o cambios de rumbo que profundicen la crisis que ya padecemos.
Desde hace años venimos pidiendo políticas diferenciadas. Necesitamos que se nos reconozca como sujetos centrales en el desarrollo del país, que se deje de pensar en “el agro” como mero “generador de toneladas o divisas” y se nos vea acabadamente a los productores; a los miles que somos, que con nuestro trabajo y el de nuestras familias, los hacemos posibles.
Esto implica reconocer que no todos los productores agropecuarios son grandes y que muchos, en especial los pequeños y medianos, necesitamos poder volver a acceder al crédito a tasas bajas, para que podamos seguir produciendo en las chacras y no sean los grandes especuladores o la timba financiera los que ganen siempre. Los pequeños y medianos productores necesitamos caminos en condiciones, infraestructura adecuada (no sólo para mover la producción sino también para transitar las familias, para acceder a la salud, a la educación, estar comunicados), un trato impositivo diferencial también, que deje de asfixiarnos y nos permita producir. Necesitamos mejores condiciones para los que estamos lejos de los puertos, y dejar de ser rehenes de los intermediarios que abusan de su posición dominante para obligarnos a malvender nuestros productos.
Porque nosotros queremos eso: poder hacer lo que sabemos, que es producir alimentos para nuestras familias, nuestro país y, si fuese posible, también para el mundo. Sin embargo, nos agobia la inflación, los precios en dólares de los insumos y en pesos de nuestros productos, la carga fiscal e impositiva, los problemas de comercialización y el cambio permanente de reglas de juego. Seguimos a merced de los actores concentrados que, amparados en los espacios vacíos que deja el Estado, avanzan sobre nuestros derechos, como sucede con la ley de semillas o con las enormes distorsiones en las cadenas. También queremos ser el motor de desarrollo rural, los que le ponemos vida y el hombro a este país todos los días.
Un capítulo aparte merecen los jóvenes y las mujeres rurales. Ambos grupos padecen todos los problemas descriptos aquí y que ha evidenciado también nuestro presidente, Carlos Achetoni, en el discurso de apertura de nuestro 107° Congreso Anual Ordinario, el 26 de septiembre pasado, por lo que no creemos necesario reiterar (pero puede consultarse aquí). Pero en cada caso se suman dificultades específicas. Los jóvenes, ante la falta de perspectivas, muchas veces se ven obligados a migrar. Queremos que existan políticas adecuadas que les den oportunidades, que fomenten el arraigo, que les permitan quedarse en las tierras que los vieron nacer, con acceso a la tecnología, con capacitación y con herramientas que posibiliten no sólo su supervivencia, sino que les permitan desarrollarse acabadamente. Y las mujeres necesitan poder seguir visibilizándose, poder tener políticas específicas que atiendan a sus necesidades tanto como aglutinadoras de las familias como también (y especialmente) como núcleo central de las unidades productivas familiares.
En síntesis, todos nosotros somos productores familiares de las distintas regiones. Somos agricultores desde hace generaciones y queremos seguir siéndolo, necesitamos de un Estado virtuoso. Capaz de intervenir para minimizar los abusos de los más grandes y defender a los actores más pequeños, que hace años luchamos por no desaparecer. Queremos ver la interacción público – privada que sirva para frenar la concentración o distorsión de la renta, que son consecuencia de condiciones de posición dominante, que todos los gobiernos han visto y han denunciado, pero ninguno ha resuelto.
Y esto nos parece clave.
Ya no queremos diagnósticos. Los candidatos que han obtenido más votos en las PASO gobiernan o han formado parte de gobiernos en el pasado. Y en todos los casos nos han fallado. No han sido capaces de ver nuestra especificidad. De hacer foco en lo que somos para ayudarnos a seguir haciendo lo que sabemos, que es producir. No pedimos ni más ni menos que eso. Que de una vez por todas nos vean, generen políticas específicas que nos traten diferentes, para tener posibilidades de crecer como productores fomentando el desarrollo rural, el de los pueblos del interior, fortaleciendo nuestro rol en la defensa de la soberanía alimentaria.
Esto lo decimos hoy, a un día de que se lance en Roma la Década de la Agricultura Familiar, que en nuestro país no sólo alude a “los pobres” (como muchas veces han tratado de minimizarnos), sino que nos incluye a todos los que, en todas las regiones, producimos en familia, cuidamos el medio ambiente, hacemos reales los Objetivos de Desarrollo Sustentable planteados por la ONU (y suscriptos por nuestro país).
Llegó la hora de que pasemos de las promesas a las acciones. De los diagnósticos a las soluciones. Nosotros estamos listos para seguir produciendo. Esperamos que los candidatos puedan vernos, de modo de brindarnos las condiciones para hacerlo y que comiencen contando en el debate, el próximo domingo, cómo lo harán.