“El hambre es un drama que no puede darse en un país que produce alimentos”, sentenciaba Daniel Arroyo, diputado Nacional y presidente del bloque Red por Argentina en el arranque de su charla exclusiva con Palabra de Campo -por Radio 10-.
El miembro del equipo de Alberto Fernández y líder del proyecto “Argentina contra el hambre” destacó que en los últimos años se complicó mucho la situación, pero en especial en el último año: “Los centros comunitarios pasaron a ser merenderos, los merenderos a ser comedores y los comedores a mandar viandas de comida para gente mayor”.
Si bien remarca que no hay datos oficiales, por la información que cruzan con organizaciones e instituciones ven que se duplicó la cantidad de comedores en los últimos doce meses: “De todos, el peor dato es que baje el consumo de leche, porque todos los Gobiernos anteriores han hecho campañas para que no ocurra, pero ahora no la pueden comprar y ese es un gran problema”.
¿Qué es el hambre? “Comer salteado, tomar un mate cocido con un pedazo de pan a la noche, o comer fideos, arroz y harinas únicamente en comedores todos los días y que eso traiga muchos problemas de malnutrición”, cuenta.
“Sobre esa base de información es que tenemos que hacer un gran cambio desde la política. El consumo de leche que superaba los 220 litros por habitante por año hasta 2015, ahora llega a 176 litros”, aseguró el hombre que podría ser el ministro de Desarrollo Social si Alberto Fernández ganara las elecciones del domingo.
Arroyo asegura que algo similar ocurre con la carne: “Efectivamente, como dicen los productores, la carne en Argentina es más barata que en cualquier otro país de la región, pero ese cálculo es en dólares. Es decir, la carne es más barata en dólares acá que en Uruguay, Paraguay, Chile, pero acá el tipo de cambio se mueve por cientos de variables casi inidentificables y la inflación rondará el 60%, por lo que no podemos ni compararnos”.
Es que, en estos años, explica, la gente primero dejó de comprar ropa, después se endeudó para adquirir cosas básicas con tasas de interés de hasta 200% anual, y por último deja de comprar alimentos. Sobre todo, dice, eso se vio después de la última devaluación de la semana del 12 de agosto.
“Tiene que haber una política de Estado porque comer debe ser barato en la Argentina, tenemos que sostener siempre a los productos de la canasta básica, y lo saben incluso los sectores privados. Nos estamos reuniendo con la gente de la COPAL (Coordinadora de las Industrias de Productores Alimenticios), con las cerealeras, los frigoríficos, las entidades de productores, y todas están destruidas porque no se vende nada”, agregó.
En esa línea, aseguró que “vamos camino a una gran alianza entre productores y consumidores en Argentina”, porque “hoy nadie vende y hay hambre, y para empezar a resolver esto hay que arrancar por una canasta básica accesible”.