Un presente económicamente complejo y una pandemia que añade graves problemas sanitarios, cuarentena e incertidumbres hacen de esta una situación atípica y preocupante. Hoy, ante la urgencia por obtener divisas, la Argentina centra sus expectativas en la cosecha gruesa, que con distintos matices según cada región sigue adelante a paso firme. ¿Cómo son las proyecciones de rendimientos para la soja y el maíz, dos granos fundamentales? ¿Cuánto influirá en esta campaña la crisis generada por el COVID-19? Gustavo Maddonni y Magalí Nico, de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), responden, entre otros, estos interrogantes.
“Conviene analizar por separado al maíz temprano del tardío”, dijo a Sobre La Tierra Gustavo Maddonni, docente de la cátedra de Cerealicultura de la FAUBA e investigador del Conicet. “Respecto al temprano, el informe de Estado y Condición de Cultivos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires informa que al 16 de abril ya se había cosechado el 52,7% del área total sembrada con ese cereal, casi un 10% más que la campaña pasada para esta misma fecha. En cuanto al maíz tardío, apenas el 26,3% del área sembrada en el país con ese cultivo está entrando en madurez fisiológica, por lo que todavía falta para empezar a cosechar”.
En base al Panorama Agrícola Semanal publicado por la misma organización, Maddonni se refirió al desempeño del maíz en distintas regiones. “Hacia el centro-este de Entre Ríos, el rinde medio fue 69,8 quintales por hectárea (qq/ha). En Córdoba se dan buenos rendimientos. En el NEA se esperan rindes menores a las medias zonales. En el NOA, la recolección comenzará en mayo. En el oeste-centro de Buenos Aires y norte de La Pampa, las labores están tomando impulso en los lotes más altos, y hacia el sur, el maíz tardío y el de segunda están en madurez fisiológica”. El docente añadió que para esta campaña se estima una producción de 50 millones de toneladas, un 1,2% menos que el ciclo previo.
La soja, despareja
“La campaña de soja 2019/20 fue bastante heterogénea, lo cual no es llamativo considerando la gran extensión del área de producción de soja de nuestro país. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, se espera que la producción nacional alcance 49,5 millones de toneladas, con un promedio de 29,5 qq/ha. Al 16 de abril, la cosecha a nivel nacional alcanzaba casi 40% de la superficie sembrada con soja, un porcentaje superior a las últimas 5 campañas para esta misma fecha”, sostuvo Magalí Nico, docente de la cátedra de Cultivos Industriales de la FAUBA.
Para explicar la evolución heterogénea de la soja en distintas zonas del país, Magalí resaltó que al faltar agua en la primavera se retrasó la siembra, el crecimiento vegetativo del cultivo y la efectividad de algunos herbicidas. Luego, durante la segunda quincena de diciembre y enero, cuando el cultivo suele atravesar etapas críticas en las que se determina el número de granos, llovió en casi toda la región sojera, los cultivos se recuperaron y, en muchos casos, se borró el efecto de la falta de agua en primavera.
“Sin embargo —prosiguió Nico—, en febrero volvió a faltar agua, con más de 3 semanas consecutivas sin lluvias en algunas zonas. En esas fechas, gran parte de los cultivos de soja está en pleno llenado de grano y cuajando las últimas vainas. Por lo tanto, es esperable que en muchos lotes no se alcance el peso potencial. Esta sequía de febrero probablemente haya afectado más a los cultivos de segunda, la mayoría de los cuales aún no se cosechó”.
Excepciones y problemas
La actividad agropecuaria es una de las exceptuadas de las medidas de aislamiento social preventivo establecidas por el Gobierno Nacional. Al respecto, Magalí Nico aclaró que si bien se registraron retrasos en la cosecha y en la entrega de grano en las terminales portuarias, se normalizaron después de tramitar los permisos necesarios y adecuar las tareas para cuidar la salud de las personas involucradas en la cadena.
Por su parte, Maddonni —apoyándose en información que le brindaron los consultores Agustín Giorno (Grupo GEASO), Gustavo Duarte (El Ganado) y Pedro Minaur (Grupo Bermejo)— explicó que “el ritmo de la cosecha de maíz es normal, pero con ciertas dificultades por la situación general. En el SO de Buenos Aires, por ejemplo, la logística se complica por los distintos estándares sanitarios de las empresas transportistas. Al NO de esa provincia hay problemas con el transporte por el funcionamiento limitado de los puertos, y en otras provincias es difícil conseguir repuestos y combustible para maquinarias y vehículos. Asimismo, una limitante generalizada es la falta de mantenimiento de las redes viales”.
“Ciertamente, existen demoras en la circulación por caminos y rutas, muchas veces debidas a los controles locales. Al respecto, ACSOJA, la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina, junto con otras asociaciones de cadenas agroindustriales escribieron una carta abierta a todos los gobernadores buscando una solución que garantice la producción y comercialización de granos”, destacó Nico.
La docente agregó que otro problema importante es la gran bajante del Río Paraná —la peor desde 1971— que está generando complicaciones para el ingreso de barcos y el embarque de granos en el puerto de Rosario. “Los gobiernos de la Argentina y de Brasil ya abrieron el diálogo para lograr la apertura de las compuertas en las represas río arriba para aumentar el caudal del Paraná”.
Consecuencias de la pandemia y recomendaciones
En cuanto a los posibles impactos de la cuarentena sobre la actividad, Gustavo Maddonni, tomando en cuenta los comentarios de los asesores antes mencionados, afirmó que es posible que tenga lugar un aumento considerable del almacenamiento ‘a campo’, principalmente en silo bolsa, siempre y cuando no se modifiquen las restricciones actuales, que son muy bajas o nulas para la cadena de agroalimentos.
Y añadió: “Por otra parte, si el nivel de contagio con coronavirus se dispara exponencialmente e impacta sobre los que están operando las maquinarias, los perjuicios serían de consideración. Por suerte, la ventaja de este sector es que tiene un mejor aislamiento general, un aislamiento natural, aun cuando se esté en pleno trabajo. De todas maneras, los establecimientos ya consolidaron protocolos sanitarios en este sentido”.
Magalí Nico consideró que si se mantiene el escenario actual, que permite las tareas de cosecha y comercialización de soja con los permisos y recaudos necesarios, la cuarentena no debería afectar la cosecha de la soja. Sin embargo, alertó que las demoras que se produzcan en esta etapa pueden provocar la apertura de las vainas, causando desde pérdidas de rendimiento hasta el avance de algunos microorganismos patógenos de las semillas.
“En el escenario actual —puntualizó Maddonni—, lo más importante será tener articulada al detalle la logística y la capacidad de almacenamiento. Con la incertidumbre que se maneja, los productores deberán estar muy preparados para despachar y almacenar la producción, de manera que la cosecha no se interrumpa por restricciones al transporte. “A nadie le sirve un lote de maíz en pie cuando el cultivo está seco, ya sea por los costos financieros, las necesidades de acondicionamiento o la proliferación de patógenos en espiga”.
“Para los productores va a ser imprescindible colocar el maíz a buen precio para poder sostener los faltantes de caja y las pérdidas naturales a las que se expone el cultivo en condiciones de ser cosechado. También deberán tener previsiones para el almacenaje —o sea, bolsas— por si la logística se ve restringida. Y, por último, dos puntos clave: estar preparados para cosechar con más humedad en la medida que haya plantas receptoras, y contratar más ‘poder de fuego’ a la hora de cosechar, si es que hay maquinaria disponible”, finalizó el investigador.