En un ámbito liderado históricamente por el rol del hombre, las mujeres ganan espacio en la industria del agro y el campo argentino. Aun cuando quedan varios desafíos por delante por resolver y trabajar, esta es la visión de mujeres que pudieron derrumbar los prejuicios y límites y dedicarse a la actividad agropecuaria.
Según los datos publicados por el INDEC en el Censo Nacional Agropecuario (CNA) del 2018, se registraron 223.292 productores o socios, de los cuales sólo el 21% son mujeres. Por otro lado, los datos difundidos por el mismo organismo en el CNA del 2002, indican que en ese entonces se registraron 290.370 productores o socios, de los cuales solo el 10% eran mujeres. Es decir, que en los últimos 18 años el número de mujeres aumentó en un 56 %. Si bien el número de mujeres que forman parte de la actividad agropecuaria creció, aún continúa siendo un terreno liderado en su mayoría por hombres.
“Creo que las barreras de género se presentan en todos los rubros, pero en el agro se nota más. Aunque es algo que ha ido cambiando de a poco, aún hay un largo camino por recorrer”, indica Carolina Mbarak, Representante Comercial de Semilleros en BASF.
“Considero que la mujer está cada vez más involucrada en el agro y ha logrado ir haciéndose un espacio dentro el rubro”, asegura María Alejandra Celiz, Desarrollista Técnica de Mercado de Córdoba en BASF.
Por su parte, Ana Soledad Seoane, Representante Técnico de Ventas de semillas Credenz en BASF, cuenta que “el número de mujeres ha aumentado en los últimos años”. En la misma sintonía, Vanina Ledesma, Desarrollista Técnica de Mercado de NEA en BASF, agrega: “hay muchas más chicas estudiando agronomía y en el campo se ven muchas más y cada vez más jóvenes”.
El camino no fue fácil y muchas se encontraron con barreras en su carrera hacia convertirse en profesionales del agro. “Fue difícil ya que es un ambiente masculino en su gran mayoría. Me ha pasado de vivir situaciones donde si yo decía algo lo tenía que demostrar, en cambio si lo decía un hombre no había tanta duda”, reconoce Ledesma. A pesar de eso, agrega que a la larga esa falencia que algunos creían que tenía por ser mujer “se volvió un beneficio” y la convirtió en una mejor profesional.
Por su parte, Natalia Maliani, Ing. Agrónoma y docente, nunca se sintió discriminada en el campo por ser mujer, aunque luego de leer y escuchar cuestiones relacionadas con el género, pudo identificar barreras que tuvo que atravesar. “Aunque ahora sí me doy cuenta de que muchas veces me la hicieron difícil, siempre lo vi como desafíos que afrontar”, señala. Por otro lado, Seoane destaca positivamente que no tuvo que enfrentar limitaciones a la hora de conseguir trabajo y resalta la importancia de encontrarse con personas que inspiren y empujen. “Afortunadamente, me he vinculado con personas que me han impulsado a mejorar mis competencias, promoviendo mi crecimiento tanto profesional como personal”.
La Ing. Agrónoma y asesora para el desarrollo de nuevas tecnologías, María José Galdeano, agrega que existen muchos trabajos en el campo para los que se prefieren perfiles masculinos. “El trabajo rural tiene enormes posibilidades para todos. El desafío está en fortalecer el sistema social para dar sustentabilidad a las organizaciones y generar así espirales de innovación y creatividad”, señala. “El principal obstáculo es uno mismo. Si uno se propone un objetivo, una meta, y lucha por lograrlo no hay límites. La profesión es hermosa y es tan amplia que podemos especializarnos o trabajar en diferentes roles”, agrega Celiz.
Para cambiar el panorama actual y derribar las construcciones o los estereotipos culturales que todavía existen, Ledesma enfatiza en la importancia de promover y visibilizar el trabajo del campo en las escuelas y universidades. “No hay mucha información y las chicas más jóvenes no tienen tan claro cómo es el trabajo. Es importante contar experiencias, explicar que es desafiante pero no imposible y trabajar para incentivar a más mujeres y promover puestos técnicos”, concluye.
Hoy en día los estereotipos y las barreras impuestas están cambiando y continuarán transformándose poco a poco gracias a la gran laboral y penetración de las mujeres en la agricultura. Si bien no es un cambio que se da abruptamente, las organizaciones y los trabajadores ya han cambiado su percepción para que las mujeres también tomen las riendas en el agro a nivel mundial y esto está trayendo cambios significativos y positivos para la industria.