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Reconocimiento al INTI por su aporte a la industrialización de alimentos orgánicos

Las plantas piloto que el INTI tiene en su sede de 9 de Julio obtuvieron un sello de certificación de parte de la empresa OIA. Agrolink Radio dialogó con Verónica Ferreyra, integrante del departamento de Agregado de Valor a la producción primaria, para conocer más del tema.

Las plantas piloto que el Instituto tiene en su sede de 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, obtuvieron un sello de certificación de parte de la renombrada empresa OIA. Allí se asiste técnicamente a productores y pymes en la realización de ensayos de desarrollo de nuevos productos con el fin de una mejora en la calidad nutricional y funcional, y de esta forma agregar valor a materias primas tradicionales y no tradicionales.

Agrolink Radio dialogó con Verónica Ferreyra, integrante del departamento de Agregado de Valor a la producción primaria de INTI 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, para conocer más del tema.

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Una de las actividades productivas más novedosas con las que el INTI trabaja es en la industrialización de alimentos orgánicos, que viene creciendo en el país y cuya demanda también aumenta a escala global.

En este sentido, una de las sedes tecnológicas del Instituto que cuenta con capacidades para acompañar a este sector es la de la localidad de 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, históricamente dedicada a brindar asistencia técnica a productores y pequeñas y medianas empresas del sector de granos. Allí cuentan con plantas piloto recientemente certificadas para la elaboración de productos orgánicos por parte de la Organización Internacional Agropecuaria S.A. (OIA).

La OIA es una empresa argentina pionera en certificación, reconocida por su trayectoria profesional a nivel nacional e internacional. Sus acreditaciones y avales internacionales pueden facilitar el acceso de los productos que certifica a mercados exigentes.

El sello de OIA que acompaña el rotulado del producto certificado garantiza que se han respetado ciertas normas y/o sistemas de producción. Esto contribuye a generar confianza en las y los consumidores frente al productor, procesador y comercializador.

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El lugar de los hechos

El establecimiento de producción certificado en 9 de Julio incluye un molino de maíz de molienda seca y una planta semi-industrial de extrusión y prensado. En la misma sede también hay una planta multipropósito con menor escala de producción, con la posibilidad de llevar a cabo diversidad de procesos y operaciones unitarias. Se realizan ensayos de desarrollo de productos y se agrega valor a distintas materias primas provenientes de granos.

La certificación orgánica de este establecimiento permite a los productores y PyMes que se acercan al INTI contar con la obtención de diferentes productos terminados (a partir de cereales, oleaginosas, legumbres y otros granos), para abrirse camino en el mercado de alimentos orgánicos nacional e internacional.

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Trayectoria orgánica

El equipo de especialistas del INTI en 9 de Julio tiene experiencia de trabajo en el agregado de valor a la producción orgánica de alimentos desde 2003, principalmente con harina de maíz y harina semidesgrasada de soja. Dos de las certificadoras con las que se ha trabajado previamente en este sentido son Argencert y Letis.

Los clientes a los que se asiste en relación a producción o industrialización de alimentos orgánicos pueden ser pequeños productores, pymes o multinacionales.

Actualmente las instalaciones del Instituto en esa sede cuentan con capacidades de elaboración orgánica de más de 90 productos. Algunos ejemplos son: granos descascarados de avena, cebada, trigo sarraceno y girasol; granos pelados de avena, cebada, trigo, sorgo, mijo y quínoa; granos seleccionados de avena, cebada, trigo, sorgo, trigo sarraceno, girasol, mijo, arveja, poroto mung, maíz, amaranto, lino, soja, sésamo, chía, teff, garbanzo, lenteja y poroto alubia; harinas y subproductos de trigo, mijo, arveja, trigo sarraceno, poroto mung, maíz, sorgo, amaranto, avena, cebada, lino, soja, sésamo, chía, lupino, teff, arroz, arroz yamaní, quínoa, garbanzo, lenteja y poroto alubia; sémolas de maíz, arroz y arroz yamaní; popeados de sorgo, trigo sarraceno, amaranto, mijo y maíz; extrusados de trigo, avena, cebada, arveja, trigo sarraceno, poroto mung, amaranto, maíz, sorgo, lupino, arroz, arroz yamaní, quínoa, garbanzo, lenteja y poroto alubia; aceites de lino, soja, sésamo, chía y girasol; y torta de girasol.

Para obtener esta certificación en particular con OIA se comenzó a trabajar con ellos en octubre de 2020. El aspecto más importante para llegar al objetivo fue cumplir con el sistema de gestión de calidad de buenas prácticas de manufactura —procedimientos, instructivos, registros, capacitación del personal, control de agua de consumo, manejo integral de plagas, entre otros—, además de algunas adecuaciones edilicias.

Todo lo necesario

La empresa certificadora realizó la revisión de la documentación entregada para luego concretar una inspección al establecimiento. Para obtener la certificación, fue fundamental contar con un sistema de manejo integral de plagas (MIP); realizar controles permanentes al agua de consumo —análisis microbiológico semestral y fisicoquímico anual—, con documentación que lo avale; realizar capacitaciones internas al personal de producción, como así también de los profesionales del área técnica; utilizar productos autorizados tanto para la limpieza de las instalaciones, como para el control de plagas; implementar Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) —esto incluye procedimientos, instructivos y registros referidos especialmente al área productiva, manejo de materias primas, insumos y productos terminados, además de procedimientos de limpieza e higiene de las instalaciones y equipos; contar con el Registro Nacional de Establecimiento (RNE) y el Registro Nacional de Producto Alimenticio (RNPA), otorgados por organismos oficiales.

En la agenda estratégica

La producción orgánica de alimentos y su industrialización fue incluida entre las prioridades de trabajo durante el año en distintos encuentros correspondientes a los consejos asesores regionales que el INTI inauguró entre marzo y abril. Además, recientemente el Instituto firmó un convenio específico con el Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO), que incluye la identificación y acompañamiento de 30 proyectos seleccionados en distintas partes del país.

El potencial de la Argentina en este sector es muy significativo, no sólo por la demanda global, sino porque es el segundo país del mundo en lo que refiere a superficie certificada para producción orgánica, con 3,2 millones de hectáreas. En el primer lugar se encuentra Australia.

“El Instituto busca constantemente encontrarse a la vanguardia del mercado de alimentos con valor agregado, ya sea desde la diferenciación de su valor nutricional como así también en la calidad y seguridad alimentaria, con el objetivo de contribuir a la elaboración de productos confiables e inocuos. Por eso, ofrece asesoramiento continuo a quienes desde el ámbito productivo pretenden encontrar una llave de acceso a mercados diferenciados, como el de productos orgánicos”, destacó el presidente del INTI, Ruben Geneyro.

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