En todo el mundo existe una conciencia creciente acerca de la necesidad de generar manejos agrícolas eficientes que permitan elevar la producción de alimentos sin dañar el ambiente y preservando la biodiversidad. Aun cuando los agroecosistemas son sistemas más simples que los naturales originales, siguen siendo complejos, con numerosas especies animales y vegetales que se relacionan entre sí de muy variadas maneras. Gran parte de esa diversidad habita los bordes de los lotes productivos y es responsable de brindar muchos servicios ecosistémicos positivos y negativos a los cultivos. En este sentido, un equipo de investigación de la Argentina, Brasil y el Reino Unido, empleando un enfoque de redes ecológicas, estableció en Inglaterra la combinación óptima de plantas capaz de potenciar los servicios ‘benéficos’ y minimizar los negativos para los cultivos. Con esta herramienta, buscan desarrollar manejos agrícolas ajustados a la Región Pampeana.
“Desde hace años que en un proyecto con investigadores e investigadoras de la Universidad de San Pablo, Brasil, y de Newcastle, Inglaterra, trabajamos para ‘sacarle el jugo’ a una herramienta muy potente, que es el enfoque de redes ecológicas. En términos generales, lo que permite este enfoque es entender la complejidad de los sistemas naturales, considerándolos como una gran ‘red de redes’ en la que, al igual que en Internet, hay muchísimos elementos que se interconectan y procesos que ocurren en simultáneo”, dijo Mariano Devoto, docente de la cátedra de Botánica General de la FAUBA.
Mariano, quien también es investigador del CONICET, explicó que valiéndose de las redes ecológicas, tanto él como el resto del grupo buscan entender los ecosistemas agrícolas. Estos sistemas están formados por numerosas partes —especies animales y vegetales— conectadas entre sí de diversas maneras, como, por ejemplo, cuando una abeja poliniza una flor, o cuando un herbívoro come una planta, o cuando un insecto parasita y mata a otra especie animal. Al registrar la complejidad de los agroecosistemas y relacionarla con los servicios ecosistémicos que éstos proveen se podrían generar manejos agrícolas sustentables que potencien, al mismo tiempo, la biodiversidad y la producción de alimentos.
El primer trabajo de este grupo internacional, del cual Devoto es coautor, fue publicado en 2021 en la revista Journal of Applied Ecology, y se centró en encontrar la ‘mezcla’ óptima de especies vegetales que, desde los bordes de los lotes agrícolas, maximice los servicios ecosistémicos positivos (como la polinización o el control natural de plagas) y, a la vez, minimice los servicios negativos —o diservicios—, como mantener poblaciones de plagas dañinas para los cultivos.
“Este estudio se realizó en una típica granja del sureste de Inglaterra, y un poco ‘rompió’ la disciplina porque fue el primero en su tipo, con un enorme esfuerzo económico y humano. Se basó en un conjunto de datos impresionante que construyó durante años el grupo de la Dra. Jane Memmott, en la Universidad de Bristol, Inglaterra. En todos los ambientes de esa granja, muchas personas muestrearon semana a semana la fauna y la flora de los bordes. También registraron todas las interacciones posibles en las redes, como la polinización, la dispersión y la depredación de semillas o el control de herbívoros, entre otras”, detalló Devoto.
Y al respecto, añadió: “A pesar de ser teórico y exploratorio, este trabajo significó el primer paso para identificar la combinación de plantas que maximizaba los servicios positivos y minimizaba los diservicios. Obviamente, esos resultados son relevantes para ese lugar puntual en el sureste de Inglaterra. Sería importante llevar adelante este tipo de estudios con redes ecológicas en escalas mayores que permitan cierto grado de generalidad”.
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Redes argentinas hasta el fin
Desde la FAUBA estamos empezando a usar un enfoque parecido al empleado en Inglaterra, trabajando en los bordes de lotes agrícolas en la Región Pampeana para determinar qué plantas aportan servicios o diservicios. “Investigamos desde varios ángulos y en varias escalas espaciales las redes de un tipo particular de conexión, que es la polinización. Estudiamos todas las plantas de los bordes de lotes y todos los insectos que vistan y se alimentan de esas flores, polinizándolas. Incluso, algunos de esos insectos a veces visitan los cultivos y los polinizan, ayudando a que aumenten los rendimientos”, puntualizó Mariano Devoto.
“También estudiamos aquellas plantas que además de ser visitadas por polinizadores son alimento de ciertas orugas que, llegado el caso, pueden entrar a los lotes y comerse las hojas de los cultivos. Incluso, también investigamos a los insectos parasitoides que atacan a esas orugas poniéndoles huevos que eclosionan dentro del insecto y lo destruyen por dentro, exactamente como en la película Alien”. Algunos de estos avances fueron publicados en Agriculture, Ecosystem & Environment.
El docente señaló que para entender la ecología de los complejos sistemas agrícolas de la región, él y su grupo en la FAUBA están tratando de integrar en una red de redes toda la información que generaron. “Queremos identificar las plantas realmente valiosas de esos bordes de cultivo para, más adelante, aumentar su abundancia por sobre otras no tan beneficiosas o directamente perjudiciales. Si aprovechamos al máximo este nuevo enfoque de redes, podemos elaborar recomendaciones concretas de manejo para los y las productoras, sin quedarnos en una descripción general, poco útil. Buscamos tener siempre un pie en la realidad productiva, ya que a menudo este enfoque resulta abstracto”.
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Entre la teoría y la práctica
“Si trazamos una línea entre lo abstracto y lo productivo, creo que nuestros estudios están en un punto intermedio, aunque estoy convencido de que debemos acercar esas dos puntas”, afirmó Devoto. “Nos veo ahí, en la mitad, tirando de una soga para hacer la teoría ecológica más práctica y entendible para el sector productivo y, al mismo tiempo, tirando del sector productivo para que se acerque a estas nuevas ideas y conozca o valore un poco más qué es lo que pasa en la periferia de los cultivos”.
A Mariano le gustaría conseguir que tales espacios no sean vistos como un desperdicio de superficie o como fuentes de ‘cosas malas’, como malezas y plagas. A su juicio, si se mantienen los bordes de cultivos ‘sanos’, se evita que aparezcan malezas resistentes a herbicidas, y lo mismo sucede con las plagas. La aparición de resistencias es inevitable, pero se puede retrasar en gran medida si, junto con otras medidas de manejo, se deja de aplicar agroquímicos en los bordes de cultivo.
“La aplicación de agroquímicos actualmente está dejando de ser ‘la panacea’, tal como era considerada hace unos años. La agronomía fue evolucionando con el tiempo, y es notorio el cambio de tendencia hacia, por ejemplo, conocer a la fauna benéfica (que incluye a polinizadores y enemigos naturales de las plagas agrícolas) y la ecología de los bordes de cultivo. Yo lo veo tanto en las industrias como en los y las productoras, que buscan manejar la fauna benéfica sin dañarla. Se dan cuenta de que es la agronomía que viene”, indicó Devoto.
“Existe una conciencia de que los impactos de la agricultura son acumulativos y ya se reconoce que conviene tener una mirada de largo plazo, como ocurre con el cambio climático. Es difícil percibir de qué manera las pequeñas decisiones de todos los días terminan afectando procesos a grandes escalas espaciales y temporales, pero cuando nos damos cuenta de las consecuencias, comenzamos a modificar nuestra mentalidad, nuestros patrones de consumo, etc. En el mundo agrícola está pasando lo mismo, y creo que eso muy es bueno. Adoptar la siembra directa como práctica que protege el suelo es un gran ejemplo de este tipo de cambios de paradigma que ocurrieron en décadas recientes. Ahora es el turno de proteger el valiosísimo e irreemplazable insumo agrícola que es la biodiversidad”, cerró.
Sobre la Tierra- por Pablo Roset