En la Argentina hay confirmados 39 casos de malezas resistentes, dentro de los cuales 15 poseen resistencia a dos o más herbicidas con distinto sitio de acción. Esto generó un incremento en los costos de producción y una disminución de alternativas de control en los sistemas de siembra directa.
En Córdoba esta problemática cobró especial relevancia en los últimos años por el avance de especies como el yuyo colorado (Amaranthus hybridus), la grama carraspera (Eleusine indica) y el sorgo de alepo (Soghum halepense). Por esto, un equipo de investigadores –integrado por especialistas del INTA Manfredi, Córdoba, y la empresa cordobesa Agrotec, Laguna Larga– evaluaron un implemento agrícola que consta de rejas pie de pato planas que trabajan en forma superficial produciendo el corte de las raíces de las malezas y como consecuencia, la rápida deshidratación de la parte aérea de la planta, con mínima remoción de suelo.
“El objetivo fue probar su eficacia en el control de malezas frecuentes en la región central de Córdoba y comparar el contenido de agua del suelo y rendimiento de un cultivo de soja en parcelas bajo siembra directa y con dos pasadas”, explicó Nicolás Boccardo –investigador del INTA Manfredi, Córdoba–.
Hay una gran demanda de información por parte de los productores sobre prácticas de manejo de malezas no químicas que, a su vez, puedan sustituir y/o complementar el uso de herbicidas, generándose de esta forma una transición hacia el manejo integrado de malezas.
Para Diego Ustarroz –especialista en malezas e investigador del INTA Manfredi, Córdoba– “las malezas resistentes son una de las principales preocupaciones entre los productores, dado que incrementan los costos de producción y generan incertidumbre”.
El ensayo se realizó con cuatro tratamientos diferentes, y de los resultados pudo deducirse que el control de rama negra y cerraja en estado avanzado de desarrollo, fue total con el uso de Carpitec. “Los resultados fueron favorables, pero es necesario probar qué pasa en estados menos desarrollados como el de rosetas”, indicó Ustarroz.
Para malezas como yuyo colorado y maíz voluntario, la remoción fue parcial, siendo más efectivo cuando las labores se realizaron a menor profundidad (6 centímetros). Además, los trabajos previos a la siembra, no produjeron cambios en el rendimiento del cultivo de soja respecto de parcelas sin laboreo.
“Creemos que usando esta herramienta una vez por año o año por medio, y con la inclusión de cultivos de cobertura, la perturbación en el suelo sería mínima, pero para probar esta hipótesis son necesarios ensayos de mediano a largo plazo, que ya hemos iniciado”, finalizó Boccardo. De esta forma, podrán monitorear parámetros físicos del suelo y el stock de carbono orgánico del mismo.
Fuente: INTA Informa