En el norte de la Patagonia existen aproximadamente 2.800 hectáreas plantadas con nogales, en mayor medida de la variedad Chandler, con altas expresiones de rendimiento y calidad de nuez. El Valle Inferior, Valle Medio y Alto Valle de Río Negro, junto con algunas plantaciones de menor tamaño en Neuquén, son importantes centros de producción.
Frente a la amenaza de diversas plagas en nogales, principalmente carpocapsa (Cydia pomonella L.), un insecto que se alimenta de la semilla de los frutos y pone en peligro el rendimiento de la producción, el equipo de fruticultura del INTA Valle Inferior –Río Negro– lleva a cabo un ensayo de manejo sustentable para disminuir el uso de insecticidas.
La carpocapsa es un insecto perteneciente al orden de los lepidópteros. Su ciclo de vida cumple una metamorfosis completa, pasa por cuatro estados de desarrollo: huevo, larva, pupa y adulto o mariposa. Es una plaga clave, de control obligatorio, que afecta montes frutales de manzano, pera, membrillo y nogal.
“El daño se produce en el campo, sobre los frutos y es causado por las larvas que se alimentan de las semillas, la parte comestible en el caso de la nuez”, expresó Darío Martín, especialista del INTA Valle Inferior. Además, agregó que los frutos dañados en forma temprana caen al suelo, lo que provoca una disminución en el rendimiento y las nueces atacadas más tarde no caen, pero el daño producido evita su posterior comercialización.
En este sentido, Silvia Gallo, técnica del INTA Valle Inferior, explicó que esta plaga tiene una capacidad exponencial de multiplicación, lo que significa un riesgo potencial elevado y la necesidad de implementar medidas de control tendientes a evitar el aumento gradual en los porcentajes de daño a la cosecha, que comprometen la producción.
“Actualmente, la estrategia de manejo más usada para el control de la carpocapsa en nogales es el uso de insecticidas químicos, muchas veces aplicados en momentos inadecuados y con deficiencias operativas, produciendo controles ineficientes y aumentando los riesgos ecotoxicológicos”, señaló Gallo.
De esta manera, el equipo de fruticultura del INTA Valle Inferior realiza un ensayo de manejo sustentable de lepidópteros en nogales con énfasis en carpocapsa, con el fin de minimizar el uso de insecticidas en estos sistemas productivos. Se están evaluando diferentes herramientas de control en un lote comercial con una plantación adulta del cultivar Chandler.
Al control químico tradicional, se sumaron liberaciones inundativas de parasitoides (Goniuzus legneri), implementación de sistemas de confusión sexual utilizando difusores de feromonas y se complementó con la colocación de fajas de cartón corrugado.
Se realizaron seis liberaciones de parasitoides (GL), criados en laboratorio, entre diciembre y abril, utilizándose dosis de 2.000 y 4.000 individuos por hectárea. Estos fueron llevados al campo en pequeñas bolsas de papel y se distribuyeron colgados en los árboles. Por otro lado, para los sistemas de confusión sexual (TCS) se utilizaron difusores de feromonas tipo Cidetrax CM Plus Meso, a una dosis de 80 dispensers por hectárea.
Lee también: Certifican cebolla norpatagónica para exportar a Paraguay, en el 2021 se embarcaron 41.568 toneladas a ese destino
Se colocaron trampas para el monitoreo poblacional de carpocapsa, con el fin de ajustar al mínimo las aplicaciones químicas, en función de las capturas semanales. Por otro lado, las fajas de cartón corrugado, colocadas en el mes de enero, sirven para colectar y eliminar un gran número de larvas diapausantes pueden dar origen a los primeros adultos en la primavera siguiente.
Los resultados preliminares de la primera temporada, correspondiente a 2020 y 2021, fueron alentadores. Se observó un efecto positivo en la combinación de sistemas de confusión sexual y liberaciones de parasitoides. Esta evidenció una disminución en la población de carpocapsa, sobre todo hacia el final de la temporada (tercera generación) y un menor número de larvas diapausantes, así como un menor porcentaje de daño a cosecha, en comparación con la evaluación que contaba sólo con control químico.
“El monitoreo del segundo año, es decir 2021 y 2022, permitió observar una disminución en la población de carpocapsa del monte bajo estudio, pero requiere continuidad para alcanzar resultados consistentes y sostenibles”, puntualizó Martin.
Fuente: INTA Informa