“La fruta que se corta hoy, se vende mañana”, asegura Sergio Martin, un emprendedor frutícola de tercera generación y uno de los destinatarios de los 30 frutales entregados por el Prohuerta, un programa del INTA y el ministerio de Desarrollo Social de la Nación, en el marco de una vinculación entre el instituto y la Municipalidad de Saladillo.
Desde hace 30 años, Martin comercializa su producción sin intermediarios en un puesto de la plaza principal de Saladillo, todos los miércoles y sábados. “Sembramos hasta debajo de la cama”, exclamó orgulloso el administrador de la chacra ´Los Naranjos´ y agregó: “Utilizamos toda la tierra para producir desde maíz, papas, batatas y girasol hasta ciruela, durazno, higos, naranjas, pomelos, limones, mandarinas, damascos y cerezas”.
“Nos caímos unas cuantas veces y nos levantamos otras tantas, de la mano del INTA. De este campo y de esta ciudad no nos vamos”, aseguró Martin.
A 180 kilómetros de allí, se ubica la granja educativa “Don Nazareno”, en Sierras Bayas, partido de Olavaria, administrada por Hugo Corridoni, otro de los beneficiarios de las 30 plantas de ciruelas, pelones y duraznos del Prohuerta, de la mano del ministerio de Desarrollo Social.
“Nos visitan casi 3 mil chicos por año entre jardines maternales, jardines de infantes, escuelas especiales y primarias de todo el partido”, asegura Corridoni un productor frutícola que hace 15 años decidió continuar con la actividad elegida por su padre y abuelo.
Rosana Nogareda, referente del Prohuerta del INTA Saladillo, rescató la importancia de acompañar a los emprendedores de la zona a fin de que “crezcan y continúen con sus actividades productivas en sus lugares de origen”.
Y subrayó: “Entregamos más de 1.000 frutales a 30 productores de 21 localidades dependientes del Centro Regional Buenos Aires Sur del INTA”.
Por su parte, el intendente de Saladillo –José Luis Salomón– destacó el trabajo conjunto con el INTA “construimos lazos que tienen un fuerte cimiento, comprendemos que un Estado profesionalizado y activo es lo mejor que le puede pasar a la sociedad y que dos instituciones del Estado trabajen para los productores es maravilloso”.
“Visualizamos a Cazón como un polo viveril a nivel provincial que genere fuente de trabajo y más arraigo en la localidad y para eso, el trabajo con el INTA y otras instituciones, es fundamental”, indicó el intendente.
Un convenio con buenas raíces
En 2012, el ministerio de Desarrollo Social invirtió en herramientas, maquinaria, e implementos para riego por goteo y por aspersión, como así también insumos para la extensión de una línea de energía eléctrica trifásica a fin de que el INTA yla Municipalidadde Saladillo –mediante el vivero municipal “Eduardo Holmberg”– produjeran y repartieran gratuitamente 8 mil frutales a productores de la zona.
En el marco de un convenio firmado ese mismo año, el INTA debía impulsar el crecimiento del vivero en aspectos genéticos para ampliar la cantidad de variedades adaptadas a la zona y potenciar los alcances del vivero. A su vez, deberá acompañar a los emprendedores frutícolas de la zona a fin de ampliar y renovar sus montes.
Así es que se repartieron 30 plantas frutales de ciruelas, pelones y duraznos, al tiempo que se generará un registro de información regional sobre el comportamiento de estas variedades de acuerdo a la zona donde fueron implantadas.