La nueva variedad ornamental Tatarendy Extrema INTA fue obtenida por especialistas del Instituto de Floricultura del INTA, mediante el uso de una metodología poco convencional. Se diferencia por poseer menor diámetro de cobertura aérea y menor altura, debido a sus entrenudos de menor longitud. Asimismo, presenta mayor ramificación, láminas foliares ligeramente reducidas en longitud y un aumento en la densidad de flores.
Mariana Pérez de la Torre, coordinadora de investigación en el Instituto de Floricultura, explicó que “la obtención de este cultivar se logró a través del uso de una cepa salvaje no modificada ni ingenierizada de Agrobacterium rhizogenes, lo que marca un antecedente en Argentina ya que es el primer cultivar desarrollado por esta metodología en el INTA”.
De acuerdo con Pérez de la Torre, quien trabajó junto con Santiago Trupkin y Julián Greppi, “aunque los cuidados aplicados en ambos cultivares son idénticos, la nueva variedad presenta mejores características ornamentales, ya que muestra una gran compacidad y una arquitectura más armónica y simétrica, respecto de la variedad Tatarendy Melocotón INTA, a partir de la cual se obtuvo”.
“Esta estrategia permite generar variabilidad genética en plantas ornamentales y es especialmente importante para cultivos que han perdido la capacidad de mejoramiento por reproducción sexual, de hecho, el cultivar Tatarendy Melocotón INTA es estéril, y no puede cruzarse con otras plantas del género para continuar su mejoramiento por vía clásica, reflejando una limitación que pudo ser revertida gracias al uso de esta estrategia”, remarcó Greppi quien puntualizó en la importancia de estas nuevas metodologías para la obtención de nuevas variedades florícolas.
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Desde el equipo de especialistas que obtuvieron la variedad Tatarendy Extrema INTA, señalaron que hace ya algunos años comenzaron a poner a punto protocolos de transformación de cultivos ornamentales, desarrollados con dichas cepas salvajes.
“En 2018, publicamos un trabajo en donde se describe la transformación de un cultivar de Mecardonia y su evaluación agronómica, el cual reflejó el gran potencial que presenta este género vegetal y la metodología para generar plantas más compactas, entre otras características de interés”, señaló Trupkin.
En la industria florícola, es muy importante que las plantas posean hábitos de crecimiento compactos, sobre todo si su principal uso es el cultivo en macetas. La compacidad es una característica muy buscada por los mejoradores ya que las plantas con dichas características suelen ser preferidas por los consumidores. Por otro lado, la compacidad facilita la manipulación y el transporte a distancia de las plantas, lo que minimiza los daños.
A lo largo de la historia se han intentado generar plantas más compactas, ya sea a través del uso de poda o químicos que retardan el crecimiento. Ambas estrategias conllevan un alto costo y el uso de químicos tóxicos que pueden presentar efectos negativos sobre el medioambiente y la salud humana.
“Variedades que sean generadas por este método no son consideradas organismos vegetales genéticamente modificados (OVGM), según una Consulta Previa realizada por el Instituto de Floricultura de INTA a la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA) en el año 2016, debido a que, estos cultivos no se obtienen por biotecnología moderna, no incluyen construcción alguna creada por el hombre, ni se aplican técnicas in vitro de ácido nucleico recombinante”, señaló Trupkin.
Por el momento, el nuevo cultivar será comercializado en la Argentina. Se espera que este antecedente impacte positivamente sobre el interés de empresas extranjeras que deseen comercializarlo. Asimismo, a través del uso de esta tecnología, pueden generarse nuevos cultivares de otros géneros ornamentales que actualmente están siendo mejorados en el Instituto de Floricultura.