Se sabe que las preferencias y las preocupaciones de los consumidores definen el consumo y, por esto, resulta clave producir en línea con sus expectativas. Ahora bien, ¿qué aspectos ponderan quienes consumen carne bovina? ¿qué valores entran en juego a la hora de elegir? Y, estas preferencias, ¿varían según la edad, los hábitos o el propósito de la comida?
Gabriela Grigioni –investigadora del Centro de Investigación de Agroindustria, Instituto Tecnología de Alimentos (ITA) del INTA Castelar– se refirió a los dos estudios del INTA que buscaron indagar sobre las preferencias de los consumidores de carne bovina, en especial, a partir de la pandemia por la COVID-19 que modificó hábitos y costumbres.
Según la especialista, los hábitos alimentarios son dinámicos y pueden variar según las experiencias de los consumidores, tanto propias como del contexto social en donde viven y se desarrollan. A partir de la emergencia sanitaria generada por la pandemia se incrementó la preocupación por la inocuidad de los alimentos, el riesgo que pueden presentar y el aporte que realizan a nuestra salud y bienestar.
Y no dudó en asegurar que “los consumidores juzgan a la calidad de la carne en función de sus expectativas y, en el caso de carne bovina, suelen decidir su compra principalmente en función de su color y contenido de grasa. Además, deciden si vuelven a comprar la carne en función de su terneza”. Así y todo, reconoció que estos requisitos varían según el género, los ingresos, el país, la cultura, la edad, los hábitos y el propósito de la comida.
Ahora bien, ¿qué se entiende por calidad? Para la especialista, “la calidad de la carne es un concepto complejo que considera aspectos organolépticos, ambientales y sociales” y no dudó en subrayar que “está determinada por la genética animal, las estrategias de alimentación, el manejo de los animales antes y durante la faena, por lo que deben ser consideradas por los productores ganaderos, a fin de dar respuesta a las demandas del mercado”.
En cuanto a los atributos de calidad, Grigioni realizó una distinción entre los intrínsecos y los extrínsecos. Los primeros se refieren a las características del producto en sí e incluyen aspectos tales como la inocuidad, la conveniencia y sensoriales como la terneza, el sabor y la jugosidad. Por otro lado, están las características extrínsecas que se vinculan a rasgos asociados con el sistema de producción –que incluye el bienestar animal y el impacto ambiental– y a la de comercialización –precio, origen y trazabilidad–.
Color y grasa: los atributos más considerados
De acuerdo con la encuesta realizada por el INTA, el 90 % de los consumidores consultados aseguran que el color de la carne y su contenido de grasa son los dos aspectos que definen la calidad de la carne y son considerados en el momento de la compra.
A su vez, el 86 % de los encuestados prefiere al bife con menor nivel de marmoreo y lo asocia con aspectos vinculados a la jugosidad y sabor de la carne, al tiempo que un 87 % eligió el bife menos graso por considerarlo saludable y con un adecuado nivel de grasa.
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El estudio, además, permitió identificar tres grupos de consumidores argentinos de acuerdo con sus características sociodemográficas, estilo de vida y preferencias: hedónico, saludable y de apariencia. Entre los grupos no se encontraron diferencias entre sexo, edad y frecuencia de consumo de carne, pero sí en la ocupación que tenían.
Los “hedónicos” son consumidores que se basan en el criterio de tierno, sabroso y jugoso de la carne y, a su vez, eligen bifes con mayor contenido de grasa. Es decir, eligen de acuerdo a la palatabilidad de la carne en general. La ocupación de la mayoría de los consumidores de este grupo estaba relacionada con la producción de cultivos.
El grupo “saludable” se destacó por preferir la carne más magra basados en criterios de “fresco”, “tierno” y “saludable”. Se trata de consumidores que considera y da relevancia a la relación entre la alimentación y la salud. No se observó una ocupación predominante en este grupo.
Por último, el grupo “de apariencia” eligió basándose en los criterios de “fresco”, “saludable”, “menor desperdicio”, “mejor color de la grasa” y “mejor color en general”. Por lo que se desprende que se trata de consumidores que eligen según la apariencia general del producto. Tampoco se logró definir al grupo según la ocupación de los consumidores que lo integran.
Hábitos y preferencias que varían según la edad
Otro estudio reciente, realizado por el INTA, analizó los hábitos alimentarios sobre el consumo de carne y fuentes proteicas alternativas. De la encuesta surgió que, según la dieta adoptada, un 84,1 % de los encuestados se autoperciben como omnívoros, un 8,7 % como flexitarianos, un 6,4% como vegetarianos y un 0,8% como veganos, con mayor proporción de mujeres en estos dos últimos grupos.
Además, se observó que quienes no consumen carne, en general, son menores de 30 años, seguidos, en menor cantidad, por los incluidos en el rango etario entre 41 a 50. Y entre las causas del consumo nulo o reducido se destacan la conciencia ambiental y animal, seguido por la salud y el bienestar.
Por último, el 61 % de los omnívoros consume principalmente carne vacuna, mientras que para el 30 % prefiere la aviar. Entre los flexitarianos se observó una similar proporción entre consumo de carne vacuna (38%) y aviar (39%), seguidas por la carne de pescado (18%).
Fuente: INTA