La pandemia de coronavirus sacude con una energía inusitada a las distintas áreas de la producción en las economías de todo el planeta. Mientras algunos países están sufriendo graves emergencias sanitarias, otros —como la República Popular China— ya están elaborando estrategias para salir de la inactividad económica producto de la cuarentena. Sebastián Senesi, profesor de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), se refirió a los efectos de la crisis a nivel del agro en estos últimos tiempos y puntualizó cinco aspectos que, a su criterio, conviene seguir de cerca para entender el futuro del sector en la Argentina.
“La crisis actual golpea con fuerza prácticamente en todos los sectores. La drástica caída del consumo impacta primero en el de los servicios, luego en la industria y finalmente en la agricultura, ya que en lo último que se deja de gastar es la comida. Los impactos son tremendos y por eso me parece que es básico analizar los hechos que vienen ocurriendo y sus posibles implicancias como para aportar a la toma de decisiones”, sostuvo Sebastián Senesi, Director del Programa de Agronegocios y Alimentos de la FAUBA.
El docente remarcó que desde la Segunda Guerra Mundial no sucedía un cambio tan drástico de nuestro entorno, y en este marco surgió una nueva norma: para reducir la velocidad de transmisión del virus y así salvar vidas fue necesario ‘parar el mundo’. “Detener la actividad económica a semejante escala es algo realmente complejo. El planeta está organizado en sistemas de valor integrados, con una altísima cantidad de productos perecederos cuya logística es tan sensible como específica. Hubo que hacerlo, pero tiene consecuencias”.
Sombras, nada más
En el documento Perturbación y Adaptación. El Impacto del Coronavirus en el Agro —en coautoría con Hernán Palau (FAUBA) y Marcos Fava Neves (Univ. De San Pablo, Brasil)—, Senesi señaló que la Organización Mundial del Comercio prevé que el comercio mundial caerá entre 5 y 30% en 2020. La economía de los EE.UU. caería un 1,5%; la de Europa, un 2,2% y la de China sólo crecería un 3% ante el 6% previsto. Las estimaciones apuntan, además, a que el PIB mundial, luego de esperar un crecimiento cercano al 3%, va a caer entre 5 y 6%, es decir, 9 puntos de diferencia. Y cuanto más participe el área de servicios en los PIB, mayores serán las caídas.
“En la Argentina, donde tenemos un importante sector de servicios —profundizó Senesi—, el impacto del coronavirus va a agravar la recesión. Varias fuentes coinciden en que la reducción del 1,5% del PBI prevista para 2020 se transformaría en una caída del 2%. Para un PBI de casi 450.000 millones de dólares, esta caída significa una pérdida de generación de bienes y servicios por más de 2.000 millones de dólares en términos de valor agregado, y de unos 5.000 millones de dólares a precios corrientes de mercado. El impacto en los distintos sectores va a variar”.
En cuanto a los granos gruesos, el docente resaltó que en estos días el ingreso de camiones a las fábricas y a las terminales portuarias cerealeras del Gran Rosario se derrumbó casi un 60%. Según informaron la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales, al mes de abril había alrededor de 80 municipios entre Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires, Catamarca, Formosa y La Pampa que siguen aplicando restricciones al transporte de granos, subproductos e insumos agrícolas.
“En el caso de la horticultura, si bien el consumo es sostenido en verdulerías y supermercados, en las provincias, las ventas locales están sufriendo el efecto del COVID. Por ejemplo, los horticultores de Jujuy y otras provincias están preocupados, ya que la cuarentena, el bajo consumo, el cierre de las ferias y la imposibilidad de exportar elevan el riesgo de perder su capital. Muchas producciones están quedando en los lotes sin vender”, afirmó Sebastián, y añadió que los floricultores viven un drama similar, al no poder vender flores ni en los mercados ni en los cementerios, y deben tirar a diario miles de paquetes a la basura.
Senesi amplió la información haciendo referencia a los impactos del COVID en la fruticultura. “A causa de la coyuntura sanitaria, la demanda de cítricos —ricos en vitamina C— creció en todo el planeta, y eso está empujando el precio de la fruta para arriba. Por ejemplo, el precio de las naranjas en las últimas semanas aumentó notablemente. Además, en nuestro país hay que sumarle que la falta de naranjas por la contra estación se cubre con fruta importada, que es bastante más cara”.
A la vez, destacó que también merece atención el sector lácteo, que hoy requiere soluciones creativas para evitar la pérdida del producto, cuya cadena de suministro es muy perecedera. “En teoría, el consumo no debería caer, pero los problemas de logística y las transacciones son una preocupación. Y a esto sumémosle que la posibilidad de exportar es baja”.
La vereda del sol
Senesi comentó a Sobre La Tierra que “China es uno de los destinos principales de las exportaciones argentinas. La pandemia debilitó seriamente su sistema de producción de carnes, pero al haber controlado ya el coronavirus es posible que en la segunda mitad del 2020 nos compre carne vacuna. Esto es muy positivo para nosotros, ya que podría elevar los precios duramente castigados en los últimos meses. China está volviendo al mercado con volúmenes crecientes y precios atractivos, aunque menores a los picos de 2019”.
En este sentido, agregó que en nuestro mercado doméstico de carnes se mantuvo la demanda en volumen a pesar de haber aumentado el precio desde principios de año. El punto clave es que cambiaron los cortes; hoy se compra más carne para milanesa, olla y horno, y menos asado y achuras.
Por otra parte, Senesi se refirió a la actualidad de la presente campaña agrícola de granos gruesos en la Argentina. “Al maíz y la soja les faltó humedad al principio y al final del ciclo, lo que afectó la productividad, mientras que los precios actuales no estimulan las ventas porque generan resultados económicos desfavorables. El balance preliminar de la cosecha gruesa indica que la producción de los cuatro cultivos más importantes va a rondar los 127 millones de toneladas —un buen volumen—, y teniendo en cuenta estos precios, el valor de la producción estaría cercano a los 22 mil millones de dólares. De todas maneras, hay que estar atentos a la evolución de los precios, que pueden seguir cayendo”.
“En nuestro país se está hablando de aumentos de facturación de hasta el 150% durante los últimos días del mes de marzo en el sector minorista de supermercados, farmacias y kioscos, entre otros rubros. En estos días, sabemos que varias pequeñas y medianas empresas de alimentos y comidas para llevar, empresas de provisión de hortalizas y verduras, y almacenes de barrio aumentaron su facturación en la modalidad de venta online y delivery hasta un 300%”, detalló.
El resto del año, en el radar
Con la mirada puesta en el futuro cercano, Senesi puntualizó los cinco hechos fundamentales que desde el Área de Agronegocios están vislumbrando hoy, a principios de mayo, para seguir de cerca durante el resto de 2020.
1) Los impactos del coronavirus en la economía mundial, y particularmente en la muy golpeada economía argentina (restructuración de la deuda, emisión monetaria, déficit fiscal, inflación, aumento de impuestos, tasas de interés, etc.);
2) Los graves impactos del COVID en la economía argentina y de otros países del globo —sobre todo en los que demandan alimentos—, y el progreso de los problemas, las operaciones logísticas, la gobernanza política y la gestión de la crisis instalada;
3) La producción agrícola de los países del hemisferio norte y las posibles dificultades para la Argentina a la hora de abastecer commodities agrícolas y alimentos;
4) Las noticias de los impactos de la peste porcina africana en la producción de China y de Asia (precios y cantidades de carne importada);
5) Los cambios en los hábitos de consumo, la demanda de productos alimenticios con origen, calidad y seguridad alimentaria certificados, el uso de e-commerce y delivery, la mayor proximidad al consumidor, y la retracción de ciertos consumos de productos y servicios. A esto se le suma la necesidad de establecer transacciones más coordinadas entre distintos actores que abastecen y dan servicio en las cadenas globales agroalimentarias.
Para finalizar, Sebastián destacó que “el rol de los alimentos en la recuperación es clave, porque es necesario mantener el cuerpo bien nutrido, elevar los índices sanitarios y tener una productividad mayor. Probablemente, el sector de los agronegocios esté entre los que ‘corran más rápido’ en la recuperación, pero aún es prematuro saber bajo qué reglas. Creemos que tras esta crisis va a mejorar la imagen del agro y la comida en la mesa; habrá cambios en nuestros hábitos de consumo, con —por ejemplo— un boom de los sistemas de delivery. Y, por sobre todo, pensamos que tendrá lugar una nueva ola de solidaridad en la sociedad”.