Reconocida como la zoonosis reemergente de mayor distribución mundial, la leptospirosis afecta tanto a los humanos como a los animales que viven principalmente en ambientes húmedos y cálidos. Los roedores son uno de los más importantes hospederos y pueden arrojar leptospiras a lo largo de su vida, actuando como propagadores de esta enfermedad infecciosa.
Mediante un estudio realizado en la Estación Experimental Agropecuaria Delta del INTA –Buenos Aires–, un equipo de científicos argentinos encontró la presencia de infección por Leptospira spp. en dos especies de roedores que no habían sido descriptos como portadores de la enfermedad.
“Los hallazgos contribuyen al conocimiento de la ecoepidemiología de la leptospirosis, agregando dos especies de roedores como huéspedes de Leptospira”, destacó Ignacio Gamietea, investigador de la Estación Experimental Agropecuaria San Pedro del INTA, quien indicó que gracias a la colaboración del laboratorio de leptospirosis del Instituto de Patobiología del INTA, se logró reconocer a estos ratones como portadores de Leptospira borgpetersenii y Leptospira interrogans serovar Copenhageni.
De acuerdo con Gamietea, ambas especies de Leptospira aisladas de los 317 cultivos realizados en el Instituto de Patobiología en roedores salvajes son patógenas. “Se han encontrado previamente infectando a humanos como también animales salvajes y domésticos, pero, por lo que conocemos, se trata del primer aislamiento en estas especies de roedores”, indicó.
El objetivo del estudio –que surgió como parte de la tesis de maestría de Gamietea– fue “identificar si los roedores del Delta del Paraná, y más específicamente, aquellos que viven en las islas y aislados de otras comunidades, eran reservorios de la bacteria”, señaló Bibiana Brihuega, directora del Instituto de Patobiología del INTA y responsable del Laboratorio de Leptospirosis.
Se trata del primer informe que describe a estas especies de roedores, Oligoryzomys nigripes y Scapteromys aquaticus –ratas de la familia de los cricétidos–, como portadores de L. interrogans. “Son roedores con presencia en la zona y no solo portadores de Leptospira, sino que también comparten otros virus, como el hantavirus”, indicó Gamietea.
Este nuevo aporte permite estudiar el papel de los roedores en la dinámica de transmisión de la leptospirosis en el rango geográfico de estas especies que incluye, además de la Argentina, a Paraguay, Uruguay y Brasil, lo que sugiere que estos roedores podrían estar involucrados en la transmisión de espiroquetas en otras regiones.
La leptospirosis es una bacteria “que puede sobrevivir unos 180 días en el barro y en el agua y, dependiendo del tipo de Leptospira, hasta 1 año”, explicó Brihuega y agregó: “Plantea un ciclo epidemiológico complejo para la salud humana y animal”.
En esta investigación, de la que participaron Sylvia Grune Loffler –del Laboratorio de Leptospirosis del Instituto Patobiología del INTA – CONICET–, Valeria Colombo, Pablo Beldomenico, Leandro Antoniazzi y Lucas Monje –del Laboratorio de Ecología de Enfermedades del Instituto de Ciencias Veterinarias del Litoral (ICiVet ) de la Universidad Nacional del Litoral – CONICET–, se detectaron roedores positivos a Leptospira spp. en sitios inundables y no inundables, verificando que las infecciones con este patógeno no son exclusivas de las tierras inundables como se creía hasta el momento.
Una enfermedad ocupacional
Reconocida como una enfermedad de origen ocupacional, “tiene entre los principales afectados a los tamberos debido al contacto con animales de producción infectados”, destacó Brihuega, a lo que sumó entre los más perjudicados a veterinarios, personal de mantenimiento de desagües y, también, personas que realizan deportes acuáticos en ríos.
Esta zoonosis actualmente se presenta con un cuadro clínico similar al de una neumonía y de ahí que se la considere como subnotificada en humanos. “Si bien se notifican, según los años, cerca de 3000 casos en el país considerados como ‘sospechosos’ de leptospirosis, según el boletín de vigilancia epidemiológica, solo se confirman alrededor de 100 casos”, explicó la investigadora.
Por su parte, más de 160 especies de animales silvestres y domésticos constituyen el reservorio y la fuente de infección de humanos, que es un huésped accidental. La lista de animales silvestres la integran, junto con ratones, cuises, cobayos, zorros, zorrinos, comadrejas, sapos, víboras y ciervos, que son reservorios naturales de la bacteria. Entre los de compañía, el perro y bovinos, ovinos, porcinos, equinos y caprinos entre los de producción.
El Laboratorio de Leptospirosis del INTA cuenta con el cepario de Leptospira más importante de Latinoamérica con aislamientos de cepas de animales silvestres, compañía y producción, de humanos y del ambiente; y, además, es de referencia para la OIE (Organización Internacional de Salud Animal, por sus siglas en inglés) para la Argentina y América de Sur.