En medio de los múltiples inconvenientes que atraviesa la lechería, con los tamberos que siguen cobrando un valor bajo por su producción y las inundaciones que han impactado fundamentalmente en ese sector, las paritarias de la industria láctea sumaron otro capítulo polémico.
En las últimas horas, se firmó un acuerdo con la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera Argentina (Atilra), que elevaría los salarios en torno al 40 por ciento, una cifra que suena muy elevada teniendo en cuenta que las empresas lácteas no son ajenas al contexto de crisis, tal como lo reconoció Sancor recientemente.
El pedido de Atilra fue cuestionado con dureza por Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), pero finalmente logró el aval de al menos una parte de la industria: la de las firmas grandes.
El Centro de la Industria Lechera (CIL), que agrupa a las grandes jugadoras del mercado como La Serenísima, Sancor, Dadone, Manfrey y Nestlé, rubricó el acuerdo que ahora el Ministerio de Trabajo deberá evaluar si homologa, en un contexto en que el Gobierno nacional pretende una inflación que no supere el 20 por ciento este año.
Rechazo pyme
En este marco, la polémica se incrementó en las últimas horas luego de que la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas (Apymel), difundiera un escrito que presentó ante autoridades nacionales y en el que expresa por qué no firmaron la paritaria, solicitándole además al ministerio laboral que no la homologue.
El documento, firmado por el titular de Apymel, Pablo Villano, afirma que las pymes lácteas se bajan de la mesa de negociación, “por no poder afrontar el costo laboral que arroja el aumento pretendido”.
Apymel recuerda que, producto de los anegamientos, “las pretensiones del sector sindical lucen desproporcionadas y desconectadas de la realidad por la que se está atravesando”; y que el pedido de Atilra “excede ampliamente el porcentual anual inflacionario”.