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Sistema alimentario sostenible: qué dice el documento que referentes agroindustriales presentarán a los líderes mundiales en el G20

Fue creado por un grupo de trabajo presidido por Luis Pagani.

Argentina, que este año preside el G20, definió los tres aspectos centrales que se tratarán en el foro: el futuro del trabajo, infraestructura para el desarrollo y un futuro alimentario sostenible.

Un grupo de referentes agroindustriales trabajaron en el transcurso del presente año para elaborar un documento con recomendaciones orientadas a lograr un sistema alimentario sostenible, el cual será presentado a los principales líderes mundial durante la cumbre del G20 que se realizará en la ciudad de Buenos Aires mañana 30 de noviembre y el sábado 1 de diciembre.

El grupo dedicado a elaborar un documento sobre recomendaciones para alcanzar un sistema alimentario sostenible está presidido por Luis Pagani (Arcor) e integrado por representantes de Sociedad Rural Argentina (SRA), Luigi Bosca, Cepas Argentinas SA, Carozzi (Chile), Coca-Cola, Danone, PepsiCo y Unilever. Por su parte, CREA, Coordinadora de las Industrias de Productos Alimentocios (Copal) y el Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (Ceads) conforman el grupo como “concep partners”.

El documento consta de cinco temas centrales: 1) erradicar la malnutrición, la desnutrición y la obesidad; 2) asegurar la conservación del ambiente, la mitigación y adaptación al cambio climático; 3) impulsar el desarrollo y adopción de tecnologías; 4) eliminar barreras al comercio global de alimentos; y 5) minimizar las pérdidas y desperdicios de alimentos.

En lo que respecta a las cuestiones propias del ámbito agropecuario, el documento recomienda “crear beneficios económicos orientados a promover un uso eficiente y sostenible de recursos clave en los sistemas de producción de alimentos, reduciendo al mínimo la posibilidad de que eso genere distorsiones comerciales”.

Para poder alcanzar esa meta se propone acciones tales como “mejorar y estandarizar entre los diferentes países los indicadores de medición de impacto ambiental de las producciones agrícolas y pecuarias” y “relocalizar la ayuda financiera y los incentivos económicos orientados a promover la adopción de prácticas ambientales sostenibles”.

También se recomienda “promover el desarrollo y la adopción de tecnologías innovadoras y prácticas que permitan anticipar el impacto, la adaptación o la generación de resiliencia ante el cambio climático”, para lo cual se aconseja “evaluar diferentes prácticas agropecuarias que permitan mitigar los impactos ambientales de largo plazo y construir resiliencia contra las amenazas climáticas de alta, media y baja probabilidad”.

Además, se recomienda “impulsar el desarrollo de tecnologías innovadoras orientadas a incrementar la producción de alimentos alrededor del mundo (por ejemplo a través de biotecnología, plataformas digitales, etcétera)”.

En ese marco, se aconseja “promover la cooperación entre referentes académicos y empresarios con el propósito de identificar los desafíos necesarios para lograr una producción agrícola sostenible y abordarlos priorizando áreas clave para dirigir las innovaciones (por ejemplo en lo que concierne a la degradación de suelos, eficiencia en el uso del agua, emisiones de gases de efecto invernadero, etcétera)”.

Otra recomendación de interés para el agro, contenida en el documento, es la “incrementar la inversión necesaria para generar una infraestructura rural sostenible y robusta, de manera tal de promover la adopción de tecnologías por parte de las pequeñas y medianas empresas agropecuarias, además de impulsar mejoras en el acceso a mercados y conocimientos”.

Para eso –indica el documento– se requiere “identificar los déficits de infraestructura críticos y cuantificar el impacto que los mismos generan en el sector agropecuario (por ejemplo en lo relativo a la falta de medios de transporte accesibles, electricidad, almacenamiento, telecomunicaciones, sistemas de gestión de agua, etcétera)”, además de “invertir en métodos de transporte alternativos y respetuosos con el medio ambiente para las comunidades rurales (por ejemplo puertos, canales fluviales, autopistas, trenes, etcétera)”.

En el ámbito del G20 se incluyen a los denominados “grupos de afinidad”los cuales están conformados por organizaciones de la sociedad civil que se reúnen para aportar su visión a los líderes políticos de las principales naciones del mundo. Cada grupo prepara una serie de recomendaciones con el objetivo de fijar la posición de los principales referentes de la sociedad en cada una de las cuestiones abordadas. Si bien las recomendaciones no son vinculantes, las mismas son consideradas por los líderes del G20 en sus discusiones y negociaciones.

Cada grupo de afinidad es presidido por organizaciones convocadas formalmente por el país que ejerce la presidencia del G20. En el evento de este año se conformaron siete grupos de afinidad, uno de los cuales (B20) está integrado por asociaciones empresarias. El B20, además de elaborar un documento sobre sistema alimentario sostenible, elaboró otros –creados por sus respectivos grupos de trabajo– sobre tranajo e inversión, empleo y educación, economía digital e industria 4.0, financiamiento del crecimiento y la infraestructura, energía, eficiencia en el uso de recursos y sostenibilidad, desarrollo de Pymes e integridad y responsabilidad empresaria.

El G20 está compuesto por la Unión Europea y 19 países: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, EE.UU., Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía. Además, todos los años el país que preside el foro también elige otros invitados: Argentina invitó a Chile y Países Bajos.

El documento completo puede verse aquí.