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Smart Cities: cómo nacen las ciudades del futuro que hoy soñamos 

 Las ciudades tienen costos operativos que en muchas ocasiones son imposibles de medir. Costos hundidos que nadie cuantifica, ineficiencias y pérdidas por mal uso, subutilización o malversación de recursos. En la prestación de los servicios y respuestas que cada ciudad debe dar a sus vecinos, estos costos ocultos...

 Las ciudades tienen costos operativos que en muchas ocasiones son imposibles de medir. Costos hundidos que nadie cuantifica, ineficiencias y pérdidas por mal uso, subutilización o malversación de recursos. En la prestación de los servicios y respuestas que cada ciudad debe dar a sus vecinos, estos costos ocultos se manifiestan de diversas formas: deficiente calidad del servicio, corto alcance de las respuestas, problemas que se vuelven crónicos y malestar creciente de la ciudadanía, que ve cómo los esfuerzos que hace mes a mes con los aportes de tasas y tributos no redundan en un servicio de calidad que le resuelva los problemas cotidianos.

Ignacio Lamothe

Los gobiernos municipales de la región están percibiendo esta realidad al tiempo que observan presupuestos más exiguos para afrontar cada día más responsabilidades. En este escenario, poner la mirada en ahorro de costos, sumar eficiencia en el manejo de los recursos, mejorar los ingresos propios y controlar cada centavo que se invierte en la ciudad se vuelven algo fundamental para exhibir una buena gestión de ciudad. Acciones como armar un workflow para agilizar trámites, abrir los datos de esa información para control ciudadano, colocar sistemas de seguimiento de flota vía GPS y sensores de control de combustible para los vehículos municipales, armar sistemas de monitoreo urbano o utilizar aplicaciones de relevamientos de incidentes en vía pública son algunas de las iniciativas que los gobiernos están empezando a adoptar para mejorar la administración pública.

Al analizar los procesos de construcción de ciudades inteligentes alrededor del mundo, vemos que muchas de las decisiones tuvieron su origen en el afán por controlar los recursos y los gastos. De este modo, una vez que se constatan los beneficios y las mejoras en materia de gestión pública, se replica el uso de las nuevas tecnologías a otras áreas de gestión.
Cuando varias áreas de gobierno se encuentran aplicando diferentes soluciones tecnológicas que le están mejorando la capacidad de respuesta, y por ende la calidad de los servicios que reciben los ciudadanos, se hace necesario repensar la ciudad englobando las nuevas estrategias en el marco de lo que hoy conocemos como smart cities. Muchas de las ciudades que utilizan las nuevas tecnologías para la gestión y la comunicación participativa con la ciudadanía y hoy son modelos de gestión comenzaron aplicando soluciones puntuales para resolver problemas concretos, y sobre la base del éxito de esas políticas, planificaron los desarrollos de ciudades que hoy conocemos como inteligentes. Londres, Copenhagen o Barcelona, entre otras, se destacaron siguiendo este camino. En Barcelona funciona actualmente el epicentro de la exposición mundial de Smart cities a nivel global, que se celebra este año en el mes de noviembre.
Pero además, muchas otras ciudades están adoptando hoy soluciones de base tecnológica para resolver sus problemas de gestión, o simplemente para mejorar los rendimientos o eliminar costos ocultos. Esperamos que estas acciones que hoy aparecen como aisladas -y no por ello menos positivas-, se transformen en la ruta hacia las ciudades inteligentes que soñamos.