Con la campaña 2019/20 prácticamente finalizada y la siembra de cultivos invernales ingresando en su tramo final, los productores comienzan a enfocarse en lo que será la próxima temporada gruesa.
Pero aunque todavía resten tres meses para que comiencen las primeras implantaciones de soja, es momento de ganar tiempo, pensando las mejores estrategias para lograr el objetivo de incrementar la productividad.
En ese sentido, aportar tecnología a la semilla antes de sembrarla es una de las apuestas para mejorar la eficiencia en el uso de los nutrientes y de esa manera sumar kilos por hectárea.
Desde Stoller, por ejemplo, recomiendan el uso de un paquete con tres soluciones integradas: inoculante, fungicida y bioestimulante. Según Agustín Garnero, Coordinador Técnico Regional de la firma en la región sur y sudeste de Argentina, con este paquete los rendimientos pueden incrementarse por encima del 10%.
“La ventaja es tener las tres tecnologías en un solo pack con el que se pueden tratar 6.000 kilos de semillas”, subraya Garnero.
La primera “pata” en que se apoya esta apuesta de Stoller es el inoculante Masterfix Premium, cuyo principal beneficio radica en una formulación exclusiva que asegura bacterias con alta capacidad de infectividad y efectividad, asegurando de esta forma el correcto suministro de nitrógeno mediante fijación biológica.
"Esto además da la posibilidad de tratar la semilla y asegurar la correcta nodulación hasta 15-20 días post tratamiento”, resume el Coordinador Técnico Regional de Stoller.
Para que la soja esté bien provista de nitrógeno y eso se refleje luego en un incremento de los rindes, Garnero considera que hay tres factores claves a evaluar en la nodulación: la cantidad de nódulos, su ubicación y su coloración.
Por ejemplo, una planta en estadio R1 debería contar 15 nódulos o más, siempre sobre la raíz principal y cuando se realiza un corte transversal de los nódulos, debe ser de color rojo, indicador de que se está fijando nitrógeno.
“El uso de inoculantes es importante para sostener las altas demandas de nitrógeno en soja; por cada tonelada producida se necesitan de aproximadamente 80 kg de N. La bacteria que está en el suelo (bacteria naturalizada) es mucho menos eficiente para hacer frente a ese desafío”, explica Garnero.
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Enfermedades y estimulantes
La segunda “pata” del pack premium de Stoller es el fungicida Progus (Fludioxinil+Metalaxil-M) capaz de otorgar un amplio espectro de control tanto sobre patógenos que están en el suelo como sobre aquellos que pueden estar presentes en la semilla. Además, no afecta a las bacterias que se incorporan con el inoculante.
La tercera es Stimulate, un bioestimulante que aporta hormonas promotoras de crecimiento fundamentales para alcanzar un correcto proceso de germinación y establecimiento del cultivo.
“Lo que promueve es una emergencia uniforme y gran desarrollo radicular. Una raíz que se forma de manera más temprana tiene más chances de éxito en el objetivo de que la bacteria la infecte y genere el nódulo. Stimulate, en resumen, tiene un efecto sinérgico en el proceso de FBN”, añade Garnero.