El balance regional del trigo a comienzos de 2017 marca señales, en primera instancia, contradictorias en Brasil.
Los datos oficiales apuntaron a una cosecha récord brasileña de trigo de 6,7 millones de tonelada, superando en más de 1 millón de toneladas a la zafra anterior. A pesar de ello, las importaciones entre agosto y diciembre fueron 63% superiores a igual período del año anterior. Con un consumo que casi no ha repuntado, hay una fuerte sobre oferta en ese mercado que necesitarán aliviar de alguna manera, más teniendo en cuenta el ingreso de la zafra de cultivos de verano.
Para algunos analistas brasileños, es claro que los estados consumidores del Norte de Brasil han preferido seguir importando desde orígenes competitivos y que aseguran calidad y logística como (este año) Argentina y Estados Unidos. Es así que en los estados productores del Sur cuentan con una abultada oferta por comercializar. El gobierno ha destinado fondos para ayudar a la comercialización del cereal a través de subastas en el que cubre la diferencia entre el valor de mercado y el precio mínimo oficial.
La demanda por este tipo de instrumentos ha sido escasa, especialmente desde los molinos, exportadores e industrias de ración. En la primera semana de enero se sumó el estatal Banco do Brasil con una línea de financiamiento para productores y compradores con el fin de estimular la comercialización.
Si se quiere salir de esta sobreoferta y no afectar las decisiones de siembra de 2017, los productores en el Sur brasileño deberían convalidar los precios que podría pagar la exportación.