Convencido en la necesidad de "darle alas a una capacidad que tiene la Argentina de crear e innovar que el mundo reconoce", el presidente Mauricio Macri firmó el 29 de agosto pasado un acuerdo con el sector biotecnológico que establece una agenda de trabajo conjunto para potenciar la actividad y fortalece la transferencia científica y tecnológica hacia el sistema productivo, con la mirada puesta en generar empleos de calidad.
Impulsar la biotecnología significa para los argentinos tener "acceso a mejores remedios, vacunas, alimentos seguros y combustibles responsables que garanticen darles a nuestros hijos y nietos el planeta que queremos seguir compartiendo y viviendo", expresó el mandatario. Desde el Centro de Biotecnología del Instituto Nacional de Tecnología Industrial explican cuál es el aporte que realiza la biotecnología industrial.
Hace más de 10 mil años, mediante el uso de técnicas antiguas de biotecnología, los agricultores fueron capaces de seleccionar los cultivos más resistentes y con mejor rendimiento para aumentar la producción de alimentos. En la actualidad, la biotecnología, sigue ofreciendo soluciones merced al conocimiento acumulado y al grado de desarrollo tecnológico alcanzado.
Luego de haber provisto a la humanidad de desarrollos inigualables en el área de salud humana (como por ejemplo la hormona de crecimiento empleada por Messi) y animal, la biotecnología moderna nos acerca soluciones que abarcan un gran abanico de sectores tan diversos como el de alimentos, textiles, forestal, químico y hasta el minero.
La biotecnología industrial, también llamada biotecnología blanca, está proveyendo resultados consistentes con diferentes problemáticas ambientales. Por una parte, la aplicación de procesos biotecnológicos es uno de los enfoques más prometedores e innovadores en términos de reducción de emisión de gases de efecto invernadero; desde otra perspectiva, ofrece alternativas de gran aplicabilidad industrial al transformar deshechos de los procesos industriales habituales en nuevos productos o materiales.
Entra aquí en juego un concepto relativamente nuevo, el de la "economía circular" cuyo objetivo es reducir tanto la entrada de los materiales como la producción de desechos vírgenes, cerrando los «bucles» o flujos económicos y ecológicos de los recursos.
De alguna forma, nos inspiramos en la naturaleza para amigarnos con el ambiente y así, como el cormorán, esa ave acuática que utiliza sus propios deshechos para construir sus nidos, algunas cadenas productivas pueden echar mano de sus descartes para utilizarlos como insumos de otros subproductos posibles.
Esto es doblemente beneficioso para las empresas ya que, además de obtener un eventual beneficio por la explotación y venta de estos desarrollos, eliminan el alto costo económico que muchas veces implica la logística de "disposición" de residuos. Los ejemplos más conocidos de esta utilización son las aplicaciones relacionadas a la obtención de biocombustibles (bioetanol, biodiesel o biogás) de primera y de segunda generación.
En el Centro de Investigación y Desarrollo en Biotecnología Industrial (CIDBI) del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), se estimula al abordaje de esta verdadera mina de posibilidades, dada su interacción con todos los sectores productivos y sus demandas especificas en referencia a los residuos generados y a la riqueza y variedad de posibles sustratos que potencialmente, ofrecen las distintas economías regionales de un país vasto como el nuestro.
Actualmente, en línea con este concepto, desarrollamos junto con otros Centros del INTI, soluciones concretas para la obtención de productos semielaborados, valorizables en las siguientes industrias:
o Láctea: obtención de compuestos para alimentación humana a partir de un importante residuo en términos de volumen como es el suero obtenido durante la producción de quesos.
o Cárnica: desarrollos para el agregado de valor a subproductos tales como vísceras y sangre mediante procesos de hidrólisis, generando compuestos de variada utilidad, desde suplementos dietarios para mascotas hasta complementos para medios de cultivo de microorganismos.
o Producción de suplemento dietario para grandes animales a partir de vinazas obtenidas de bioetanol, o glicerol proveniente de biodiesel y levaduras residuales, de la producción de cerveza.
En el corto plazo proyectamos proveer al sector de la curtiembre en Argentina, de herramientas de base biotecnológica para el procesamiento de residuos propios de esta actividad, con el objeto de generar subproductos con aplicación, por ejemplo, como fertilizantes o en la producción de biogás.
Los microorganismos nos ofrecen plasticidad en su manera de ser aprovechados, ya que podemos beneficiarnos por su acción directa sobre los sustratos que le sirven de alimento, o de modo indirecto, por medio de algún compuesto que, liberado al medio, transforma la sustancia en un producto de interés.
Pero existe otra alternativa, que ocurre cuando "intervenimos" a un microorganismo y, merced al uso de herramientas de biología molecular e ingeniería genética, lo obligamos a que siga siendo quien es, pero además, que produzca ciertas moléculas, en gran cantidad, por lo general proteínas.
Así, dominando estas técnicas e identificando posibles targets, desde el INTI entablamos preacuerdos de cooperación con importantes instituciones de investigación europeas para contar, en el mediano plazo, con desarrollos tales como enzimas (proteínas) capaces de convertir celulosas y hemicelulosas en azúcares simples y fermentables para la producción de etanol o para producción de biogás (biocombustibles de segunda generación).
En suma, el INTI viene promoviendo el desarrollo de la industria nacional desde hace 60 años, y la biotecnología industrial, que augura un sostenido crecimiento, se encuentra abocada a resolver problemas mundiales en diferentes áreas, reduciendo el impacto ambiental.