Aunque persisten las quejas y advertencias que emanan desde el sector en temas como el mayor volumen de las importaciones o la competencia informal de cooperativas, los números de las distintas cadenas de la carne no detienen sus importantes niveles de crecimiento.
Así sucede en categorías relacionadas tanto con la carne bovina como con la porcina. En este último caso, hasta se estima que tanto la producción como el consumo interno terminarán el año con registros récord.
Por el lado de la faena bovina, se espera que el ejercicio 2017 cierre con un 6% de crecimiento, replicando lo sucedido el período anterior. Así lo expresó Mario Ravettino, Presidente del Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas (ABC) que afirmó que "en los 12 meses que corren de octubre de 2016 a septiembre de 2017, la cantidad de animales sacrificados superó ligeramente los 12,4 millones de cabezas, 6% por encima de igual período en 2015/16. Todo indicaría que el ejercicio 2017 cerrará con una faena de ese orden", afirmó.
La mayor faena responde a un mercado interno estable y al fuerte incremento de las exportaciones, que entre enero y julio tuvieron un salto del 24%, contra igual lapso de 2016.
Según Ravettino, el crecimiento de la oferta se volcó en proporciones similares entre la exportación y el consumo, "habilitando una recuperación del consumo local que supera 57 kilogramos por habitante año".
En tanto, un informe elaborado por la consultora IES (Investigaciones Económicas Sectoriales) señaló que en los primeros ocho meses del año la producción de carne porcina creció 7% interanual, al alcanzar las 371.000 toneladas y estimó que 2017 finalizará con un nuevo récord tanto en la producción como en el consumo, "alentado por el buen desempeño del mercado interno", afirmó Alejandro Ovando, Director de la consultora.
En tanto, en ese período, el consumo trepó 9,1%, con 393.000 toneladas, lo que hace un promedio de 13,8 kilos por habitante, el más alto en una década. En términos de rentabilidad, se explica que la merma del precio del maíz junto con la estabilidad del precio mayorista del cerdo permitió seguir recuperando parte de los márgenes cedidos luego de la quita de retenciones al maíz.
El alza del consumo también se explica por el todavía bajo nivel de ingesta de cortes de cerdo y la relación favorable de precios entre la carne porcina y sus sustitutos. En este aspecto se aclara que la suba de precios de estos cortes se encontró por debajo de la inflación general, y también de lo que subió la carne vacuna. Por ejemplo, en el caso del corte pechito de cerdo, uno de los más demandados, lleva un incremento del 3,4% de enero a agosto (precio minorista), mientras que la suba del precio del asado fue del 7,3%.
Ambas categorías se encarecieron respecto al pollo entero, cuyo precio cayó un 0,9%. Cabe recordar que durante 2016, el precio minorista del cerdo verificó una suba del 25,4%, frente a una inflación general del 41%.
Las quejas pasan por las importaciones, sobre todo tras conocerse la apertura del país al mercado estadounidense, en un sector cuya producción destina casi el 100% a abastecer al mercado interno (con ventas externas marginales). En los ocho primeros meses ingresaron al país 23.000 toneladas, un 64% más que en 2016. Fueron por un total de u$s 75,2 millones, siendo el principal abastecedor en volumen Brasil (92,8%), Dinamarca (5,5%) y España (1,2%).
En este caso, se sostiene que las importaciones siguen teniendo una baja participación con relación a los últimos 15 años: actualmente se ubica en 5,8% del consumo aparente.