Regionales

Mendoza: El calor provocó pérdidas frutihortícolas y ganaderas

Las extremas temperaturas que durante enero convirtieron a Mendoza en un enorme horno no sólo nos sofocaron a los mendocinos, que debimos atravesar cortes de energía y bajas presiones de agua, además perjudicaron ampliamente a la producción local. El estrés que provoca el calor en las plantas aceleró...

Las extremas temperaturas que durante enero convirtieron a Mendoza en un enorme horno no sólo nos sofocaron a los mendocinos, que debimos atravesar cortes de energía y bajas presiones de agua, además perjudicaron ampliamente a la producción local. El estrés que provoca el calor en las plantas aceleró la madurez de algunas frutas, dañó hortalizas y afectó hasta la vid, generando que pierdan calidad, precio y, por tanto, mercados.

El termómetro llegó a registrar 40,7°y la producción mendocina, que ya sufrió heladas y en varias regiones también el impacto del granizo, sumó ahora un nuevo embate en los cultivos.

También la producción de ganado bovino se vio perjudicada: las altísimas temperaturas generaron incendios forestales que consumieron en la provincia unas 157.000 hectáreas, afectando tanto a productores ganaderos bovinos de General Alvear y San Rafael como a aquellos que llevaban sus animales a pastar a esas zonas.

Menos cantidad
"El calor hace que la fruta acelere la velocidad de madurez y no alcance a crecer al tamaño que suele alcanzar normalmente. En el caso de las frutas de pepita o carozo, como son la pera, manzana, durazno y ciruela, este año son notoriamente más pequeñas, y eso hace que mucha de esa producción no se pueda vender al mercado que compra en fresco, porque no cumple con la calidad que ese mercado exige, y termine vendiéndose a la industria, que obviamente paga menos y aprovecha esta situación para fijar precios por debajo de lo que debería pagar", cuenta Raúl Martínez, director de Agricultura de General Alvear y productor del Sur mendocino.

Para ejemplificar el daño que causan las altas temperaturas y la consecuencias en los precios, Martínez eligió los casos de la ciruela y la pera.

Cuando se superan los 37 o 38 grados, la planta de ciruela sufre el estrés que le causa perder agua y no tener cómo recuperarla, y eso le provoca una marcada mancha roja y hace que se caiga. "Hoy, según nuestros estudios, por esta afectación se pierde un cuarto de la producción. En el caso de la pera, al perder tamaño pierde mercados, por ejemplo, en Buenos Aires, y está casi condenada a ir a la industria, que le paga al productor $1,60 por kilo y a él la cosecha y acarreo de ese kilo le cuesta $1,10, por lo que se queda sólo con $0,50. Digamos que la cosecha para que no se pudra, pero no gana nada", contó el productor.

En el Valle de Uco, la preocupación es similar entre los agricultores. En especial los que producen frutas de carozo, que ya notaron que maduraron 30 días antes.

"El durazno, por ejemplo, maduró mucho antes, y si bien tenía buen precio, el hecho de que apareciera mucho durazno antes de temporada hizo que se cayera el precio y hoy el productor pierde entre el 15% y el 20% y va al mercado interno", calculó Daniel Battaglia, productor de ese oasis e integrante de la Unión Frutihortícola de Cuyo.

Caen el color y aroma de las uvas
Si bien es sabido que la vid es un fruto más resistente a la sequedad, y que a ella la afectan más las abundantes lluvias, tampoco está exenta de los golpes de las temperaturas históricas de este enero.
"Hemos estado haciendo un estudio de la incidencia de las altas temperaturas y coincidimos con varios productores de vid que entre los 30 y los 32 grados la planta crece en óptimas condiciones, pero por sobre esa temperatura entra en estrés y modifica la síntesis de azúcar. Hemos detectado menos color y aroma en varietales como Tempranillo y Syrah, lo que va a repercutir en la calidad de los vinos", evaluó el ingeniero agrónomo Nicolás Garro, quien trabaja en la Cooperativa Las Trincheras (Santa Rosa), asociada a la Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Fecovita).

Repercusiones en el vino
Partiendo del principio que asegura que la calidad del vino nace en el viñedo, no son pocos los productores vitivinícolas preocupados en cómo incidirá esta pérdida de calidad de la uva en sus futuros vinos.

"Algunos aspectos de la pérdida de color y aroma se pueden paliar a la hora de producir el vino, pero no totalmente y eso genera preocupación en los productores, lo hemos visto en algunas uvas tempranas y las que se usan como base para espumantes. Pasa que a esta tendencia en las uvas hay que sumarle que esta cosecha no llegará a ser lo que se esperaba. Podemos decir que vamos a rondar el 60% de una cosecha normal", estimó Daniel Massi, ingeniero agrónomo que hoy está a cargo de la coordinación de los Servicios Vitivinícolas de Fecovita.

Qué pasa con los nogales
El despiadado sol de enero también golpeó quemando las hojas de los nogales de Tupungato, el departamento que se jacta de ser la capital de la nuez por su gran producción de este fruto seco.
"Sin las hojas que lo protejan, el nogal sufre las altas temperaturas y la nuez se termina manchando. Eso afecta el color de la nuez que incide en la calidad de la nuez. Si bien aún falta para la cosecha –es a fines de marzo o principios de abril– todo nos hace suponer que vamos a tener problemas de calidad", adelantó Battaglia, productor de nuez en ese departamento.

Las hortalizas también
Entre las hortalizas que más producción pierden con las altas temperaturas está la lechuga y la cebolla de verdeo, que terminan quemadas por el fuerte sol.

"La producción de estas hortalizas cayó tanto este enero que hizo que haya muy poco en el mercado y eso impactó para que aumentara mucho el precio de lo que ingresa de otras provincias.

Por dar un ejemplo, en tan solo un mes el precio de la lechuga aumentó más del 100%, pasó de $50 a principios de mes, a un promedio de $120 por estos días", ejemplificó Omar Carrasco, presidente de la Unión Frutihortícola de Cuyo frente a la consulta de este matutino.

También el tomate y el pimiento sufren los embates de la deshidratación y eso hace que pierdan tamaño y calidad, y por tanto restan competitividad ante productos que ingresan desde el norte del país al mercado local.