Amy Austin, investigadora principal del CONICET y profesora asociada de la Facultad de Agronomía de la UBA, fue recientemente distinguida con el premio internacional L’Oréal-UNESCO ‘Por las Mujeres en la Ciencia’. Es la primera vez en sus nueve ediciones que dentro la categoría ‘Ciencias de la Vida’ se selecciona a una ecóloga, disciplina cada vez más importante en el contexto del cambio climático global. Este reconocimiento a la trayectoria y a las contribuciones de las investigadoras tiene como objetivo visibilizar mujeres referentes en sus áreas. En este sentido, Austin reflexionó sobre la importancia del galardón y del género en la ciencia.
Este premio internacional realza la importante contribución de la mujer a la ciencia. Cada dos años, un jurado de 10 científicos y científicas eligen cinco mujeres de todas las regiones del mundo, que desarrollan su labor en las diferentes ‘Ciencias de la Vida’: médicas, biológicas, bioquímicas, veterinarias, biotecnología, fisiología y agrarias. Al respecto, la flamante ganadora del premio dijo: “Me siento honrada por recibir este prestigioso premio, y me da más alegría aun saber que es la primera vez que eligen una ecóloga. Las otras disciplinas suelen llegar más fácil a las personas”.
En sus proyectos de investigación, Austin estudia el funcionamiento de los ecosistemas terrestres de la Patagonia y la forma en que la actividad humana lo altera. “Además de visibilizar el trabajo de las científicas, este reconocimiento sirve para poner en primer plano la importancia de las investigaciones que tienen relación con el cambio climático, el cambio global y, en particular, el impacto de la actividad humana sobre los ecosistemas”.
Ciclos biogeoquímicos
“Nuestro grupo de investigación explora cómo y en qué magnitud la implantación de forestaciones afecta procesos clave en los sistemas naturales de la Patagonia. La investigadora destacó las particularidades de esta región argentina, que sirven de marco a sus experimentos. “En la Patagonia existen gradientes bien definidos de precipitación y temperatura que van desde los bosques húmedos hasta las estepas áridas. Estos cambios claros permiten entender la forma en que los factores climáticos controlan los procesos ecosistémicos. De esta manera, podemos inferir sobre como estos sistemas podrían alterarse con el futuro cambio climático”.
Asimismo, agregó: “Además, en esta región podemos ver diferentes usos de la tierra, pasando por bosques con escasa intervención —algo inédito en gran parte del mundo— hasta forestaciones con pinos de diferentes edades. Esta combinación de factores hace de la Patagonia un sitio interesante para mirar cómo funcionan los ecosistemas y los ciclos de carbono y nutrientes con y sin el impacto humano”.
Austin destacó la importancia de considerar una carrera en la ciencia como un camino posible para las jóvenes. “La ciencia es una alternativa viable para las mujeres que quieren ser investigadoras. A pesar de que en el ámbito científico hay muchas mujeres, pocas de ellas llegan a puestos jerárquicos elevados. Este premio muestra que hay mujeres haciendo ciencia de alto nivel y que existen posibilidades para destacarse en este ámbito”.
Para la docente es importante que este mensaje llegue a las mujeres de países en los cuales es dificultoso conseguir financiamiento para hacer ciencia. “Esta dificultad para conseguir recursos realmente impide el progreso en la carrera científica y llegar a niveles de investigación más elevados. Igualmente, es una dificultad compartida por ambos géneros”.
Desde su rol, Austin se dirigió a las jóvenes investigadoras: “Siempre hay que evaluar si es el camino correcto, si es algo que en verdad te apasiona y si tu interés puede sostenerse en el tiempo. La seguridad y la motivación pueden servir para sortear cualquier adversidad que surja en el camino de la investigación. Es importante sostener los intereses cuando lleguen mensajes negativos. Lo mejor es seguir adelante y buscar modelos positivos”, finalizó.